En una nota que aparece hoy en Workforce Management se dice que, de acuerdo con información proporcionada por The American Management Association y el ePolicy Institute, cerca de la mitad de los empleadores de Estados Unidos han despedido a alguien por hacer mal uso del e-mail o de la conexión a Internet destinados al trabajo. Casi dos terceras partes cuentan con software para evitar que su personal navegue por sitios porno u otros de contenido "cuestionable” (¿como este blog?).
Según la misma fuente, también se aplica tecnología la revisión del contenido de los e-mails. Aproximadamente tres cuartas partes de las compañías de ese país utilizan herramientas automatizadas para ese propósito, en tanto que alrededor de 40 por ciento designan a alguien para que “manualmente” lea y revise los correos de los empleados.
Por si lo anterior fuera poco, algunas empresas manifestaron que llevan controles del tiempo que sus integrantes pasan en la web, la cantidad de teclas que oprimieron y el tipo de contenidos a que tuvieron acceso. Alrededor de una de cada cuatro compañías capturan y revisan archivos mientras que 12 por ciento visitan blogs para ver lo que su gente dice de sus empresas. Los sitios de social networking son objeto de la atención de cerca del 10 por ciento de los ejecutivos. Y ya metidos en gastos, resulta que 45 por ciento de las empresas en Estados Unidos adicionalmente monitorean sus sistemas telefónicos y 16 por cierto llegan a grabar conversaciones.
No obstante lo anterior, 85 por ciento de las empresas que incurren en prácticas como las mencionadas arriba informan a sus miembros que en cualquier momento podrán ser observados. Sobre advertencia…
Hace una semana, en un reportaje muy interesante sobre el tema, el diario madrileño El País informaba acerca de un sistema que está en proceso de patente por Microsoft que permite conocer las pulsaciones del empleado, su presión arterial, las horas que ha trabajado hoy, lo que ha escrito en su computadora y los correos electrónicos que ha enviado. Es la supervisión total del empleado. Mediante una serie de sensores colocados en el cuerpo del empleado, un programa sería capaz de leer el ritmo cardiaco, la respuesta galvánica de la piel, las señales cerebrales, la electromiografía, las expresiones faciales y la presión sanguínea. No dice nada acerca de si detecta las ganas de hacer pipí.
Qué horror, a lo que estamos llegando, en lo que se está convirtiendo el ambiente de trabajo.
Según la misma fuente, también se aplica tecnología la revisión del contenido de los e-mails. Aproximadamente tres cuartas partes de las compañías de ese país utilizan herramientas automatizadas para ese propósito, en tanto que alrededor de 40 por ciento designan a alguien para que “manualmente” lea y revise los correos de los empleados.
Por si lo anterior fuera poco, algunas empresas manifestaron que llevan controles del tiempo que sus integrantes pasan en la web, la cantidad de teclas que oprimieron y el tipo de contenidos a que tuvieron acceso. Alrededor de una de cada cuatro compañías capturan y revisan archivos mientras que 12 por ciento visitan blogs para ver lo que su gente dice de sus empresas. Los sitios de social networking son objeto de la atención de cerca del 10 por ciento de los ejecutivos. Y ya metidos en gastos, resulta que 45 por ciento de las empresas en Estados Unidos adicionalmente monitorean sus sistemas telefónicos y 16 por cierto llegan a grabar conversaciones.
No obstante lo anterior, 85 por ciento de las empresas que incurren en prácticas como las mencionadas arriba informan a sus miembros que en cualquier momento podrán ser observados. Sobre advertencia…
Hace una semana, en un reportaje muy interesante sobre el tema, el diario madrileño El País informaba acerca de un sistema que está en proceso de patente por Microsoft que permite conocer las pulsaciones del empleado, su presión arterial, las horas que ha trabajado hoy, lo que ha escrito en su computadora y los correos electrónicos que ha enviado. Es la supervisión total del empleado. Mediante una serie de sensores colocados en el cuerpo del empleado, un programa sería capaz de leer el ritmo cardiaco, la respuesta galvánica de la piel, las señales cerebrales, la electromiografía, las expresiones faciales y la presión sanguínea. No dice nada acerca de si detecta las ganas de hacer pipí.
Qué horror, a lo que estamos llegando, en lo que se está convirtiendo el ambiente de trabajo.
¡¡¡1984 en el S XXI!!!
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