Ir al contenido principal

Mineros chilenos: resignificación del trabajo de "segunda ola"

...
Veo, como millones de personas en el mundo, el impresionante reality show del rescate de los mineros atrapados en Chile (al momento de escribir estas líneas son ya 14 ó 15 los que lograron salir). Después de casi 20 horas de seguir la transmisión continúo emocionado, conmovido y muy interesado ante las innumerables aristas que nos presenta esta televisión capaz ya de entrar donde sea y registrar hasta el último detalle de los sucesos.

Anoche, mientras las pantallas nos mostraban los preparativos previos a la prueba final de la cápsula, la prueba en sí y los ajustes de última hora que tuvieron que hacer los responsables de la operación, de pronto caí en la cuenta de la inmensa dignidad y belleza que hay detrás del trabajo humano, de esa actividad que demanda "meter las manos", moverse, manipular herramental, transformar las cosas.

Estábamos siendo testigos en vivo, directo, a todo color y con lujo de detalles de una estupenda manifestación de trabajo de la segunda ola (Toffler, claro), de esas actividades que se relacionan con la extracción y la manufactura, y que hoy son vistas con cierto desprecio ante el advenimiento de la era del trabajo "mental", en la que se manipulan símbolos-información con apoyo de la alta tecnología.

Lo que veíamos eran cascos, guantes y otros equipos de seguridad, calzado industrial, uniformes de trabajo, herramientas y equipos "low-tech" (palancas, poleas, pinzas y hasta cinta aislante), no trajes, corbatas, tacones altos o laptops. Veíamos ingenieros, supervisores, trabajadores, no directivos, consultores, analistas o profesionales de las relaciones públicas. Hasta los inevitables políticos, encabezados por el presidente de Chile, parecían preparados para apretar tuercas o soldar alguna pieza, si hubiera hecho falta.

También veíamos desempeño de equipo, bien coordinado, elegante.

Éramos -somos todavía- espectadores de un despliegue fascinante de esa clase de trabajo en el que la actividad cerebral tiene una manifestación motriz, muscular, que va más allá de oprimir teclas o hacer presentaciones.




No veo sentido a discutir si un tipo de actividad, de segunda o tercera ola, o incluso de la primera, tiene más valor que otra. Tampoco quiero aparecer como un romántico de la Revolución Industrial (¡para nada!). Más bien, defiendo la utilidad, la necesidad, el valor y sobre todo la dignidad del trabajo humano en todas sus manifestaciones positivas.

Por eso, espero que uno de los resultados de esta histórica transmisión sea la resignificación, la revaloración a nivel social, del trabajo "rudo" y aparentemente poco sofisticado de quienes se dedican a la extracción y a la transformación. Ojala que no perdamos de vista que un ingeniero es al menos tan valioso para la sociedad como un financiero, lo mismo que un obrero lo es en relación con un oficinista.

Nada dignifica como el trabajo.


Comparto, por supuesto, la felicidad de tantos por el rescate de los trabajadores atrapados en la mina. Mi admiración por el pueblo chileno crece día con día.
...



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Consistencia

Hace 2,000 años Séneca, el filósofo romano, explicaba la honestidad a uno de sus discípulos en los siguientes términos: "Éste debe ser nuestro principal empeño: decir lo que sentimos y sentir lo que decimos; que nuestro lenguaje concuerde con nuestra vida. Ha cumplido con su cometido aquel que sigue siendo el mismo cuando lo ves y cuando lo escuchas. Veremos qué cualidades y qué capacidades tiene: pero que sea uno y el mismo. Nuestras palabras no tienen que agradar: tienen que ser de provecho". Casi 20 siglos después estas ideas no sólo siguen siendo vigentes, sino que seguramente resultarán bastante más significativas para muchos, por la grave crisis de valores que vivimos en la sociedad . La credibilidad, el crédito que concedemos a lo dicho por otras personas, es un recurso escaso hoy dia no únicamente para individuos, sino para grupos, empresas, medios de comunicación e incluso gobiernos. No se diga políticos y sus partidos. Ya no le creemos a casi nadie. Y no es un asunt

Marca-país: España

Empresa y país La marca España cerró hace tiempo el servicio de atención al cliente Juan José Millás 12 ABR 2013 - 00:00 CET ¡Ah, la marca España, la puta marca España! ¡Qué hallazgo, lo de asociar un país con un producto de consumo! Había que venderla, pues, con las técnicas agresivas con las que se vendía un coche, una lavadora, una tendencia. El objetivo, de acuerdo con la jerga del márquetin, era convertirla en una marca “aspiracional”. Que uno deseara tener títulos de esa empresa como otros se mueren por pertenecer al Club de Campo (aunque luego no paguen). ¡La marca España! El pobre Margallo todavía sueña con una campaña como la de Fanta, que se enfrentó valientemente al prestigio de las bebidas con burbujas y ganó una batalla, aunque parece que perdió la guerra: pagafantas ha devenido en sinónimo de idiota. Quizá haya llegado el momento de dejar de ser un producto de consumo para ser de nuevo un país (si alguna vez lo fuimos), una familia, permítanme la afectación, donde, más

Más sobre la comunicación de La Costeña

Un par de muestras más para confirmar el escaso talento de la gente de La Costeña para la comunicación y el pobre apoyo que recibe de sus asesores en la materia. Ser un buen director de empresa, como seguramente es Rafael Celorio, no hace a nadie en automático un buen vocero. La lectura del documento en el video anterior lo prueba fehacientemente. Necesita desarrollo en esa línea o cederle los trastes a alguien con más recursos. Lo mismo puede decirse de las personas que lo acompañan en esta exposición. Son como robots, les falta chispa, pasión, argumentos que atrapen. La organización que publica el video de BTL le hace un flaco favor a la empresa y en particular al Sr. Celorio. La oficina de comunicación de La Costeña debería exigir su inmediata bajada de las redes. El tema del supuesto sabotaje a la línea de producción NO es de marketing ni de caída de ventas -al menos no hacia el público- sino de mantenimiento, QUE NO RECUPERACIÓN (ojo con el punto Don Rafael) de la c