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El aborto de una brillante carrera de servicio público

[En torno al caso de Lorenzo Córdova e inspirado en el trabajo de mi admirado Guillermo Sheridan. Si me aplico algún día quizá pueda escribir algo lejanamente parecido a lo que hace él].


Mi carrera política puede morir antes de nacer. Hace unos días, hablando por celular con un amigo le comenté que todos los veganos que conozco me parecen "escuálidos y pálidos", tendientes al fanatismo y vulnerables a las modas. También dije -en tono de broma, claro- algo así como "nunca confíes en un cabrón que rechaza los embutidos y un buen trozo carne, cocinada como sea".
   Hoy no puedo conciliar el sueño. El día que se me nombre para mi primer cargo público (que será de cierta relevancia, naturalmente) algún "adversario" publicará en redes la grabación de esa charla privada con mi cuate.
   De inmediato se encenderá la flama justiciera que ilumina a tantos oportunistas, malintencionados, deficientes o huevones sin otra cosa que hacer. Las hordas pedirán a la CONPRED que tome cartas en el asunto por descriminación contra los y las vegetarianos y vegetarianas en general y en particular a los y las conocidos y conocidas como veganos y veganas.
   Las asociaciones de vegetarianos exigirán una disculpa pública y mi inmediata destitución, al igual que las entidades del gremio agricultor y de agroindustria. Estos últimos, por atentar contra los intereses de nuestros abnegados y abnegadas campesinos y campesinas. Las agrupaciones de personas con masas corporales reducidas (o sea flacas) levantarán la voz por el uso de adjetivos insultantes, sobre todo "escuálidos"; los integrantes de las ONGs dedicadas a la protección de los tiburones aportarán muchísimos likes y muestras de apoyo, quizá sin saber bien a bien por qué.
   La representación mexicana de PETA y otros organismos de defensa de los animales me satanizarán por los asesinatos de vacas y cerdos implícitos en mi inaceptable comentario. La red de médicos naturistas me llamará la atención ofreciéndome ayuda y orientación para superar mis problemas.
      Los maestros harán una marcha en mi contra por mi posición a favor de la reforma educativa (esto no lo entenderé). Y no faltará quien me acuse de racista por atacar la dignidad de los "pueblos originarios", que en sus momentos de esplendor desconocían el chorizo y el salchichón.
   También buscarán el micrófono los defensores de la corrección y buenas costumbres en el uso del lenguaje, por el "cabrón", y hasta la Asociación Latinoamericana de Chefs (¿cómo está eso de "cocinada como sea"?).
   No sé si las cosas lleguen al extremo de que el Estado Islámico ponga precio a mi cabeza por meter a sus integrantes en el mismo cajón ("fanáticos") que a los veganos, todos infieles y consecuentemente en la mira de la yihad.
   Por todo esto y más se me defenestrará, condenado al ostracismo y la inhabilitación, y se me señalará como traidor enemigo de México. En una de esas hasta me corren de la universidad.
   Carajo ¿por qué no se me acabaría la pila antes de abrir la boca? Ya me llevó la chingada.

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