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Visita a Santiago

Al fin se me concedió la oportunidad, largamente esperada, de poner pie en Chile y conocer Santiago, con el plus de dar un rol por Valparaiso-Viña del Mar-Reñaca. Suertudo ¿no? Fui requerido para conducir una sesión de trabajo con integrantes de la oficina en ese país de una empresa cliente.

Hago un recuento breve de experiencias. Viajé el 7, trabajé el 8 todo el día --cena en el Isla Negra-- y la mitad del viernes 9; ese día me lancé al Centro Histórico y por la noche cené en un lugar alucinante --el Ocean Pacific-- con Javiera Casabianca, una exalumna y querida colega, y su marido Rodrigo. El sábado, guiado por Javiera hice una excursión a Valparaiso y anexos (foto); en la noche, cena en el departamento del matrimonio Cahn-Casabianca de la que no puedo dar todos los detalles por el efecto de los Pisco Sour, el delicioso vino chileno y el whisky del final (¡pa'que amarre!). Una jarra regular. Lo que tengo claro y agradezco enormemente es la hospitalidad de esta pareja de jóvenes alegres, movidos, chambeadores, comprometidos con sus proyectos profesionales y de vida.

El domingo 11 dediqué la mañana a deambular por Santiago, comí unos mariscos fuera de serie en Donde Augusto, del Mercado Central y pasé la tarde en el centro comercial Parque Arauco haciendo algo parecido al shopping. En la noche, al aeropuerto a sufrir casi cuatro horas de retraso del vuelo de Aeroméxico.

Fue un viaje estupendo. Santiago me encantó (en otra entrada diré por qué), igual que Valparaiso. La gente es muy agradable y educada, además de guapa (sorry, pero nunca sobra). Javiera y Rodrigo son excelentes anfitriones. En fin... habría sido perfecto de no ser porque Aeroméxico tuvo a bien perder mi equipaje en el viaje de ida, dejándome punto menos que en pelotas y causándome un montón de inconvenientes, costos no previstos y pérdida de tiempo. Con la maleta, la aerolínea perdió mi confianza (lo que probablemente les importe un cacahuate, claro).

Comentarios

  1. Maestro, qué lamentable lo de tu equipaje y lo de tu retraso. Pero qué bueno que fuiste a "Donde Augusto", y te felicito por el viaje. A mí también me encanta Chile, y aunque conozco sólo lo que tú mencionas, me encantaría volver para ir a la Patagonia y comer más cerca de su origen esas deliciosas centollas... un abrazo, evh

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  2. Ya somos dos, mi estimado Enrique. Unos cuantos más y organizamos un tour.

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