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¡¡Me mandó una carta el Presidente Calderón!!

 

¡¡Qué emoción!! ¡Mamá, papá, hijos, vengan a ver! ¡Me mandó una carta Felipe Calderón, para agradecerme por presentar a tiempo mi declaración anual de impuestos! ¡No lo puedo creer! ¡Ahora sí estoy orgulloso de ser mexicano!

Supongo que más o menos así es el escenario ideal que deben haber visualizado los comunicadores que concibieron la pieza que reproduzco más adelante. Receptores emocionados, felices, motivados y quizá hasta dispuestos a votar por el PAN en las próximas elecciones, como resultado de haber recibido un mensaje firmado ni más ni menos que por el propio Presidente de la República.

Y uno se pregunta: ¿serán en verdad tan ingenuos y tontos? ¿se la creerán? O más bien: ¿sentirán tanto desprecio por la inteligencia de los mexicanos? Porque puede que haya uno que otro pobre hombre que se la crea y le haga ilusión, pero la inmensa mayoría sabemos bien que es puro cuento.

Veamos las cosas en detalle.

“Del escritorio del C. Felipe Calderón Hinojosa” me llega un documento cuyo remitente es el Servicio de Administración Tributaria. “¡Ah chingao!” -me digo a mi mismo- “¿Pues qué no trabaja este señor en la Presidencia? ¿No debería ser la oficina de la Presidencia el remitente? ¿O ya se lo llevaron a trabajar al SAT?”

Entro al texto, debajo de mi nombre, y leo “Te felicito por presentar en tiempo y forma tu Declaración Anual ante el Servicio de Administración Tributaria (SAT). Gracias por ser un contribuyente cumplido.”  Me deja atónito. Peor que eso: speechless. ¿Ya nos hablamos de tú? ¿De cuándo acá la confiancita? Soy un ciudadano de más edad que Calderón y no me hace gracia que trate como trataría a “los muchachos”. A mi que me hable de usted.

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Pero eso es lo menos importante. ¿Me felicita por cumplir con mis obligaciones? ¿Me agradece ser un contribuyente cumplido? Qué absurdo. Si no cumplo, me multan y eventualmente puedo ir a dar con mis huesos a la cárcel. Además, cumplo con la convicción de que eso es lo correcto. Pero eso no amerita felicitación, ¡que no me venga a dorar la píldora!

Después me da una explicación muy poco interesante sobre la modernización del sistema para presentar la Declaración Anual (es él quien insiste en ponerlo con mayúsculas). Me importa un cacahuate, es obligación del gobierno simplificar y aplicar la tecnología en beneficio de todos. No me impresiona. Además, el cuatro (4) va con letras.

El siguiente largo párrafo habla de cómo el cumplimiento de mis obligaciones permite construir “un México más fuerte, etc., etc.” y aquí empiezo a enojarme. Soy un contribuyente cautivo que sufre impuestos desmedidamente altos por la ineficiencia y la corrupción de un gobierno incapaz, entre otras cosas, de hacer pagar contribuciones a todos los que deberían hacerlo. ¿Qué crees, Felipe (tú empezaste con el tuteo), que soy pendejo? Entre muy pocos soportamos el peso del aparato burocrático de este pobre país, en una situación injusta de la que el principal responsable eres tú.

Esas “familias que menos tienen”, a las que aludes, difícilmente van a cambiar su situación por cumplido que sea yo. No me vengas con historias.

Para terminar, el “call to action”  de libro de texto: “Cumplir nos beneficia todos. Por eso te invito a que sigas trabajando con esfuerzo, dedicación y cumpliendo con tus obligaciones…” Yo no necesito invitaciones para trabajar y cumplir con mis responsabilidades, señor Presidente. Ni palmaditas en el hombro y mucho menos frases huecas. ¿Y ustedes, cuándo cumplen con sus obligaciones? ¿Cuándo se va a aumentar la base de contribuyentes? ¿Para cuándo la reforma fiscal? ¿Cuándo vamos quitando el IETU?

Esta carta, que además recibí con temor, como todo comunicado que me llega del SAT, en mi provocó la reacción opuesta a la que deben haber previsto los funcionarios que la diseñaron. Otros la leerán y la tirarán a la basura por intrascendente y tal vez alguno, como dije arriba, se vaya con la finta y se la crea. A mi me parece una pieza de comunicación malísima, desafortunada e intrascendente que ofende mi inteligencia. De paso, me pregunto cuanto nos costaría a los “contribuyentes cumplidos” esta cartita para darnos atole con el dedo.

En suma, al Presidente Calderón le sugeriría con todo respeto dos cosas:

  • que mejor emplee su tiempo y nuestros recursos en hacer que paguen los que nos están pagando impuestos, que meta al aro a los incumplidos y no se preocupe por los que sí cumplimos; y
  • que despida a los “comunicadores” que hicieron esta pieza y se consiga otros mejores.      

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