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La cultura del abuso

Ciudad de México.

  • Abordas un taxi y es probable que si el conductor te identifica como fuereño te "lleve a pasear" por el camino más largo hacia tu destino, con el propósito de aumentar la cuenta hasta donde se pueda (si es que no se inclina por la practicidad y de plano te asalta).

  • Entras a un restaurante y las sugerencias que te hace el mesero son, invariablemente, los platillos y las bebidas más caros de la carta (sin informarte del precio con oportunidad).

  • Si eres automovilista y pretendes estacionar tu vehículo en la calle, de la nada aparece un "franelero" (personaje nefasto, omnipresente en esta urbe) que lo "cuida" y lo lava por una cantidad determinada; si no aceptas, habrás de atenerte a los daños que pueda sufrir el automovil.

  • Entras a un restaurante y las sugerencias que te hace el mesero son, invariablemente, los platillos y las bebidas más caros de la carta (sin informarte del precio con oportunidad).

  • Si es a un bar a donde llegas y pides una copa tienes como 70% de probabilidades de que te den una bebida falsa o adulterada (con riegos para la salud).

  • Si necesitas hacer un trámite con alguna autoridad, sobre todo si se trata de autorizaciones, lo más seguro es que tengas que pagar una "mordida" para que las cosas se muevan. El tiempo tiene precio, y mientras más apremiante sea la situación, más alta será la suma que tendrás que desembolsar.

  • Hasta no hace mucho, al cargar gasolina en tu automovil, la probabilidad de que los litros que marcaba la bomba y te cobraban fueran efectivamente de 100 centilitros cada uno era como de 10%.

  • Es frecuente que la gente que va a bodas y otras reuniones al final cargue con los arreglos florales, las botellas de bebidas que no se terminaron, los adornos y hasta los cubiertos. Por eso, en México es común que las servilletas de tela se recojan muy pronto al terminar la comida; de otro modo les salen alas y vuelan.

  • Quienes viven en conjuntos habitacionales y edificios suelen tener que negociar con los conserjes o el personal de vigilancia la custodia y entrega de las publicaciones a las que están suscritos, porque de otra manera cualquier vecino podría sustraerlas del buzón y quedarse con ellas.

  • El precio de los productos importados suele ser mucho más alto en México que en otras partes del mundo, no sólo por los impuestos sino por los altísimos márgenes que se asignan los intermediarios.

  • Si no preguntas, en todas partes te "clavan" el tamaño grande, la presentación de lujo o la versión cara de lo que sea.
Y así. La lista de ejemplos sería interminable. Todos hemos vivido la experiencia de sufrir abusos y son legión los que pueden hablar de las formas como ellos mismos abusan cotidianamente de familiares, vecinos, compañeros de trabajo y en general de quien se deje.

El abuso, el atropello y la ofensa se han convertido en componentes centrales de nuestra cultura, a tal grado que son vistos como algo "natural" que no sorprende a nadie. Tal vez por eso, desde los primeros años de la escuela son frecuentes los robos de libros y prendas de ropa (identificados con el nombre del propietario, por supuesto), y hasta de comida. No sé si los niños roban con el beneplácito de sus padres o si incluso son inducidos por ellos a hacerlo, pero es muy raro que el objeto "extraviado" vuelva a poder de su dueño.

En este contexto, el que se descuida pierde -siempre- y se entiende que la culpa es suya por no estar a las vivas. El abusador, el tramposo y el vivillo son vistos como listos que saben aprovechar las oportunidades y no como lo que realmente son: personas deshonestas e indeseables.

Una parte sustancial del abuso en México se concentra en las mujeres, los ancianos, los niños, la gente pobre y en general en quienes no pueden defenderse.

El ambiente de tolerancia a la "gandallez", de relativismo de los valores -si no es que de abierta falta de principios-, y de impunidad es caldo de cultivo para la gestación de delincuentes. Si "todo se vale", el que de niño robó un libro en el jardín de niños, más tarde robará una cerveza de la tienda, de adolescente violará a una chica, cuando pueda cometerá fraude y de adulto matará a alguien para quitarle el coche.

Son espeluznantes los datos que llevan a pensar en que alrededor de uno de cada cien mexicanos forma parte del crimen organizado. Pero tristemente no son sorprendentes.

Es ante un panorama así que se me pide que haga campañas de promoción de los valores, y hace poco específicamente de fomento de la honestidad, en organizaciones.
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