En el Webster se define asshole, que es una palabrota en inglés, como usually vulgar: a stupid, incompetent, or detestable person. Algún diccionario inglés-español que consulté en la red lo traduce como "gilipollas", que en México es nada. Los amigos gringos o que viven en Estados Unidos a los que pregunté me dicen que puede entenderse como "pendejo", "cabrón", "hijo de la chingada", "ojete", "abusivo", "prepotente"... Al parecer, no hay una correspondencia directa, pero creo que la suma de las palabras que acabo de entrecomillar da una idea clara de la clase de personas de las que estamos hablando. Indeseables.
Pues bien, The No Asshole Rule es un libro muy interesante sobre ese tipo de personas en el ámbito laboral. Se trata de un estupendo texto sobre liderazgo y calidad de vida en el trabajo.
Robert Sutton, su autor, más que hacer una definición abstracta del término, prefiere aplicar dos pruebas para determinar si alguien está actuando como un asshole:
Prueba Uno: Después de interactuar con el supuesto asshole, ¿la persona "blanco" de sus actos se siente humillada, oprimida, con la energía sustraida, o minimizada por él? En particular, ¿se siente peor acerca de sí misma?
Prueba Dos: ¿El supuesto asshole dirige su capacidad destructiva hacia gente menos poderosa que él, antes que hacia gente más poderosa?
Yo conozco a más de uno que no pasa las pruebas. Pero para redondear el punto, Sutton plantea una lista de las 12 acciones típicas del comportamiento de los assholes, The Dirty Dozen:
El libro, escrito con rigor de académico (Sutton es profesor de Stanford) pero sencillo y ameno como cualquier buen libro de divulgación, es un análisis detallado de la acción de los assholes, más que de su personalidad, y de los efectos, casi todos muy nocivos, de su forma de desempeñarse en el medio laboral. En un ejercicio de honestidad, porque a Sutton igual que a mí los assholes le producen urticaria, el autor incluso intenta plantear los beneficios del comportamiento prepotente.
Como casi todos llevamos un asshole, aunque sea pequeño, en el corazón, el libro incluye un capítulo de recomendaciones para prevenir que aflore nuestro inner jerk.
El clímax del libro se encuentra en el capítulo de tips de supervivencia en un ambiente dominado por la prepotencia asshole. No voy a dar las claves, para no echarle a perder el gozo de la lectura a nadie, pero la postura de Sutton es la de NO soportar ese tipo de comportamiento --fight or fly-- a menos que se trate de un asunto se supervivencia, en cuyo caso hay que hacer lo procedente para evitar los efectos patológicos de la convivencia con este tipo de personas.
Tengo la impresión de que hoy día, entre los ejecutivos relativamente jóvenes, es bien visto "ser un cabrón" y avanzar --o imaginar que se avanza- aplastando a los demás (siempre a gente de estatus inferior, claro, no a todos). Veo que en ciertos ámbitos se valora la grosería como muestra de poder, cebándose en los más débiles: meseros, choferes, secretarias, subordinados... y ya metidos en gastos esposa e hijos, cuando se dejan. Lo veo por todos lados y a veces lo sufro, desde en el tráfico de la ciudad de México hasta en consejos de administración de grandes empresas. Me parece una forma de ser terrible, miserable, que habla de carencias afectivas, de inseguridad, insensibilidad... de soledad, tarde o temprano.
Los mayores assholes que conozco me dan mucha lástima.
Por otra parte, la prepotencia es la puerta falsa, suicida, del liderazgo, como demuestra Sutton y confirma nuestra experiencia cotidiana. De hecho, la coerción y la intimidación son lo opuesto al liderazgo.
Bienaventurados los que no tienen que soportar un asshole en su trabajo. Y más afortunados aún quienes no tienen que serlo, ellos, para lograr resultados, quienes pueden trabajar con otros en forma amable, respetuosa y considerada, ya no digamos amistosa y con buen humor.
Estoy convencido de que la institucionalización de las empresas, el cultivo de su reputación y hasta el ejercicio auténtico de la responsabilidad social, pasan necesariamente por la No Asshole Rule. Por eso, y porque es un texto muy interesante desde el punto de vista de la comunicación en oragnizaciones, es que recomiendo con entusiasmo la lectura de Robert I. Sutton, PhD. 2007. The No Asshole Rule (Building a Civilized Workplace and Surviving One That Isn't). New York: Warner Business Books.
"Zero Tolerance for Jerks" es otro comentario a este libro.
Pues bien, The No Asshole Rule es un libro muy interesante sobre ese tipo de personas en el ámbito laboral. Se trata de un estupendo texto sobre liderazgo y calidad de vida en el trabajo.
Robert Sutton, su autor, más que hacer una definición abstracta del término, prefiere aplicar dos pruebas para determinar si alguien está actuando como un asshole:
Prueba Uno: Después de interactuar con el supuesto asshole, ¿la persona "blanco" de sus actos se siente humillada, oprimida, con la energía sustraida, o minimizada por él? En particular, ¿se siente peor acerca de sí misma?
Prueba Dos: ¿El supuesto asshole dirige su capacidad destructiva hacia gente menos poderosa que él, antes que hacia gente más poderosa?
Yo conozco a más de uno que no pasa las pruebas. Pero para redondear el punto, Sutton plantea una lista de las 12 acciones típicas del comportamiento de los assholes, The Dirty Dozen:
- Insultos personales
- Invasión del territorio personal
- Contacto físico no deseado
- Amenazas e intimidación, tanto verbales como no verbales
- Bromas sarcásticas y "vaciladas" que se usan como medios de trasmisión de insultos
- Reacciones destructivas por e-mail (whithering e-mail flames)
- Uso del estatus con el propósito de humillar a sus víctimas
- Rituales de degradación de estatus o para avergonzar públicamente
- Interrupciones con rudeza
- Ataques disimulados (two-faced attacks)
- Miradas con mala intención (dirty look)
- Tratamiento a las personas como si fuesen invisibles
El libro, escrito con rigor de académico (Sutton es profesor de Stanford) pero sencillo y ameno como cualquier buen libro de divulgación, es un análisis detallado de la acción de los assholes, más que de su personalidad, y de los efectos, casi todos muy nocivos, de su forma de desempeñarse en el medio laboral. En un ejercicio de honestidad, porque a Sutton igual que a mí los assholes le producen urticaria, el autor incluso intenta plantear los beneficios del comportamiento prepotente.
Como casi todos llevamos un asshole, aunque sea pequeño, en el corazón, el libro incluye un capítulo de recomendaciones para prevenir que aflore nuestro inner jerk.
El clímax del libro se encuentra en el capítulo de tips de supervivencia en un ambiente dominado por la prepotencia asshole. No voy a dar las claves, para no echarle a perder el gozo de la lectura a nadie, pero la postura de Sutton es la de NO soportar ese tipo de comportamiento --fight or fly-- a menos que se trate de un asunto se supervivencia, en cuyo caso hay que hacer lo procedente para evitar los efectos patológicos de la convivencia con este tipo de personas.
Tengo la impresión de que hoy día, entre los ejecutivos relativamente jóvenes, es bien visto "ser un cabrón" y avanzar --o imaginar que se avanza- aplastando a los demás (siempre a gente de estatus inferior, claro, no a todos). Veo que en ciertos ámbitos se valora la grosería como muestra de poder, cebándose en los más débiles: meseros, choferes, secretarias, subordinados... y ya metidos en gastos esposa e hijos, cuando se dejan. Lo veo por todos lados y a veces lo sufro, desde en el tráfico de la ciudad de México hasta en consejos de administración de grandes empresas. Me parece una forma de ser terrible, miserable, que habla de carencias afectivas, de inseguridad, insensibilidad... de soledad, tarde o temprano.
Los mayores assholes que conozco me dan mucha lástima.
Por otra parte, la prepotencia es la puerta falsa, suicida, del liderazgo, como demuestra Sutton y confirma nuestra experiencia cotidiana. De hecho, la coerción y la intimidación son lo opuesto al liderazgo.
Bienaventurados los que no tienen que soportar un asshole en su trabajo. Y más afortunados aún quienes no tienen que serlo, ellos, para lograr resultados, quienes pueden trabajar con otros en forma amable, respetuosa y considerada, ya no digamos amistosa y con buen humor.
Estoy convencido de que la institucionalización de las empresas, el cultivo de su reputación y hasta el ejercicio auténtico de la responsabilidad social, pasan necesariamente por la No Asshole Rule. Por eso, y porque es un texto muy interesante desde el punto de vista de la comunicación en oragnizaciones, es que recomiendo con entusiasmo la lectura de Robert I. Sutton, PhD. 2007. The No Asshole Rule (Building a Civilized Workplace and Surviving One That Isn't). New York: Warner Business Books.
"Zero Tolerance for Jerks" es otro comentario a este libro.
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