De acuerdo con una encuesta de Korn/Ferry recientemente publicada, cuya referencia encontré en WorkForce Management (12 de junio de 2007), 73 por ciento de los ejecutivos participantes en el estudio dijeron que podrían superar el desempeño de sus jefes. Casi dos tercios de la muestra (65%) expresaron su deseo de ocupar algún día el puesto del jefe. El 14 por ciento de los encuestados calificó el desempeño de sus superiores inmediatos como por debajo de la media en tanto que otro 11 por ciento lo describió como "pobre". No obstante, 42 por ciento valoró el desempeño del jefe como excelente o por arriba de la media. Uno de cada cuatro ve al "top decision-maker" como promedio, nada más.
Según la misma fuente, 65 por ciento manifestaron que confían en sus jefes, mientras que el restante 35 por ciento no confía en ellos.
En términos generales, me parece una desgracia reportarle a alguien con conocimientos y hablidades por debajo de los de uno, aunque en esta época de cambio vertiginoso y alta especialización no es raro encontrar casos en los que las capacidades de un jefe respecto a algún aspecto del trabajo de la gente a su cargo son inferiores a las de sus subordinados. Cuando esto sucede, la humildad del jefe y sus deseos de aprendizaje son la clave para ganar y conservar el respeto de quienes trabajan con él. No debe haber nada peor, en este sentido, que un jefe incapaz y arrogante.
Respecto a la confianza, sabemos que probablemente sea el factor decisivo en el terreno del liderazgo. Por eso llama la atención el 35 por ciento de desconfiados. Desde la perspectiva de la comunicación en la organización, la falta de confianza en los niveles de mando por parte de sus subalternos significa una limitación importantísima a la hora de comunicar el cambio, de reforzar la cultura de la organización y de fomentar el sentido de pertenencia.
Ante la pregunta "¿soy mejor que mi jefe?" la que mi juicio sería la respuesta más sensata y objetiva es: "en algunas cosas sí, y en otras no". Claro, de cuáles sí y cuáles no depende la calidad de vida en el trabajo, los resultados del equipo, el clima laboral, etc.
Y tú ¿eres mejor que tu jefe? ¿Y confías en él? La sección de comentarios queda abierta a tus opiniones.
Según la misma fuente, 65 por ciento manifestaron que confían en sus jefes, mientras que el restante 35 por ciento no confía en ellos.
En términos generales, me parece una desgracia reportarle a alguien con conocimientos y hablidades por debajo de los de uno, aunque en esta época de cambio vertiginoso y alta especialización no es raro encontrar casos en los que las capacidades de un jefe respecto a algún aspecto del trabajo de la gente a su cargo son inferiores a las de sus subordinados. Cuando esto sucede, la humildad del jefe y sus deseos de aprendizaje son la clave para ganar y conservar el respeto de quienes trabajan con él. No debe haber nada peor, en este sentido, que un jefe incapaz y arrogante.
Respecto a la confianza, sabemos que probablemente sea el factor decisivo en el terreno del liderazgo. Por eso llama la atención el 35 por ciento de desconfiados. Desde la perspectiva de la comunicación en la organización, la falta de confianza en los niveles de mando por parte de sus subalternos significa una limitación importantísima a la hora de comunicar el cambio, de reforzar la cultura de la organización y de fomentar el sentido de pertenencia.
Ante la pregunta "¿soy mejor que mi jefe?" la que mi juicio sería la respuesta más sensata y objetiva es: "en algunas cosas sí, y en otras no". Claro, de cuáles sí y cuáles no depende la calidad de vida en el trabajo, los resultados del equipo, el clima laboral, etc.
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