Ir al contenido principal

Más "pushi" y "piqui" igual a menos talento gerencial

De un tiempo a esta parte, he escuchado varias veces en el ambiente empresarial las (cursis) expresiones "pushi" (del ingles pushy, claro) y "piqui" (de picky) para referirse a personas que tienen el hábito de presionar excesivamente a los demás y que son quisquillosas, respectivamente. Son términos de uso más bien entre jóvenes y tengo la impresión de que tienden a utilizarlos sobre todo las mujeres, aunque no son exclusivos de unos ni de otras.

Ambas formas de comportamiento suelen ir en paquete. No es común encontrarlas aisladas porque lo piqui justifica lo pushi.

De todas las ocasiones en que he oído estas palabras, no recuerdo una sola en la que el tono en se dijeron haya sido de desaprobación o de queja, ni siquiera de cuestionamiento. Todo lo contrario: suelen connotar algún grado de admiración, como si se refirieran a características deseables, o valores.

¿Cómo es posible que conductas que suelen provocar malestar en quienes las sufren, y que están tan claramente asociadas a la personalidad del asshole (ver entrada sobre el tema en este mismo blog) se vean como o algo positivo?

En el contexto actual de inseguridad, incertidumbre y fuerte presión desde todos los frentes, que exige alta velocidad --antes que calidad, incluso-- de respuesta y que penaliza sin piedad el error personal aunque tolera ampliamente los fallos "del equipo", el nombre del juego es sumisión. La disposición a y capacidad de bajar la vista a la vez que se aplaude es condición sine qua non para la supervivencia en las organizaciones.

Naturalmente, toda forma de sumisión demanda alguna forma de autoritarismo para realizarse. No es fácil la vida de un sumiso sin un dominante al lado, y viceversa. Como en las organizaciones la división del trabajo implica la existencia de alguna forma de jerarquía, una gran cantidad de personas son al mismo tiempo jefes y subordinados, lo que las obliga a exhibir las habilidades necesarias para jugar ambos papeles, o sea, a ser a la vez sumisos y autoritarios (pero sabiendo distinguir en qué momento se asume cada rol, claro). Es la cadena alimenticia del poder. Esta situación fomenta el surgimiento de personajes espeluznantes.

No deja de fascinarme, y de despertar mi conmiseración, la diaria constatación de que los más rudos de entre los autoritarios suelen ser los más agachados y lisonjeros ante sus figuras de autoridad. Tiene sentido, de otro modo el sistema reventaría. Este esquema no es en absoluto privativo de los policías.

El ejercicio adecuado y productivo de la autoridad demanda una combinación de madurez y talento. Si se cuenta con ambas, hablamos de liderazgo. Cuando se carece de ellas y la presión por resultados es intensa, lo que por lo común vemos surgir son jefecitos con actuación de tiranuelos. Nada más fácil que apretar el cuello a los "de abajo" para compensar de algún modo la falta de capacidad y la inseguridad propias.

Ser pushi y piqui es un signo claro de falta de talento gerencial. Para lograr resultados, el líder plantea objetivos, da instrucciones claras, estimula, motiva, negocia, administra, retroalimenta y reconoce; no presiona innecesariamente, no recurre a la intimidación, no sobaja ni pendejea a sus colaboradores; es honesto, no entrampa a la gente ni le miente; trabaja por resultados viendo el cuadro completo y no se pierde en el detallito de forma ni en el micromanagement; es amable, no grosero y prefiere provocar respeto y no temor.

Las palabras líder y pushi y piqui no van juntas. Pushy y picky son estilos de comportamiento de los assholes.

Por todo lo anterior, si eres pushi/piqui, o quieres llegar a serlo, mi más sincera y desinteresada recomendación es: mejor madura y cultiva tu talento. Haciendo la vida imposible a quien no tiene modo de defenderse no se llega lejos y, sobre todo, no se llega bien.

Comentarios

  1. Hoy nos damos cuenta de cuan positivas pueden ser vistas las conductas de un asshole en la empresa, cuando un ejemplar digno de antología es condecorado con un ascenso.

    ¡Enhorabuena por él y por quien decide hacerlo compadre!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Consistencia

Hace 2,000 años Séneca, el filósofo romano, explicaba la honestidad a uno de sus discípulos en los siguientes términos: "Éste debe ser nuestro principal empeño: decir lo que sentimos y sentir lo que decimos; que nuestro lenguaje concuerde con nuestra vida. Ha cumplido con su cometido aquel que sigue siendo el mismo cuando lo ves y cuando lo escuchas. Veremos qué cualidades y qué capacidades tiene: pero que sea uno y el mismo. Nuestras palabras no tienen que agradar: tienen que ser de provecho". Casi 20 siglos después estas ideas no sólo siguen siendo vigentes, sino que seguramente resultarán bastante más significativas para muchos, por la grave crisis de valores que vivimos en la sociedad . La credibilidad, el crédito que concedemos a lo dicho por otras personas, es un recurso escaso hoy dia no únicamente para individuos, sino para grupos, empresas, medios de comunicación e incluso gobiernos. No se diga políticos y sus partidos. Ya no le creemos a casi nadie. Y no es un asunt

Marca-país: España

Empresa y país La marca España cerró hace tiempo el servicio de atención al cliente Juan José Millás 12 ABR 2013 - 00:00 CET ¡Ah, la marca España, la puta marca España! ¡Qué hallazgo, lo de asociar un país con un producto de consumo! Había que venderla, pues, con las técnicas agresivas con las que se vendía un coche, una lavadora, una tendencia. El objetivo, de acuerdo con la jerga del márquetin, era convertirla en una marca “aspiracional”. Que uno deseara tener títulos de esa empresa como otros se mueren por pertenecer al Club de Campo (aunque luego no paguen). ¡La marca España! El pobre Margallo todavía sueña con una campaña como la de Fanta, que se enfrentó valientemente al prestigio de las bebidas con burbujas y ganó una batalla, aunque parece que perdió la guerra: pagafantas ha devenido en sinónimo de idiota. Quizá haya llegado el momento de dejar de ser un producto de consumo para ser de nuevo un país (si alguna vez lo fuimos), una familia, permítanme la afectación, donde, más

Más sobre la comunicación de La Costeña

Un par de muestras más para confirmar el escaso talento de la gente de La Costeña para la comunicación y el pobre apoyo que recibe de sus asesores en la materia. Ser un buen director de empresa, como seguramente es Rafael Celorio, no hace a nadie en automático un buen vocero. La lectura del documento en el video anterior lo prueba fehacientemente. Necesita desarrollo en esa línea o cederle los trastes a alguien con más recursos. Lo mismo puede decirse de las personas que lo acompañan en esta exposición. Son como robots, les falta chispa, pasión, argumentos que atrapen. La organización que publica el video de BTL le hace un flaco favor a la empresa y en particular al Sr. Celorio. La oficina de comunicación de La Costeña debería exigir su inmediata bajada de las redes. El tema del supuesto sabotaje a la línea de producción NO es de marketing ni de caída de ventas -al menos no hacia el público- sino de mantenimiento, QUE NO RECUPERACIÓN (ojo con el punto Don Rafael) de la c