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Del diario de un ejecutivo cincuentón y sedentario (humor)

WARNING: Esta entrada contiene palabras que podrían resultar ofensivas para ciertas personas. Parental guidance advised.
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Con motivo de mi trabajo sedentario y la consecuente acumulación de grasa en la barriga, la empresa me ofreció un servicio de entrenamiento personal en un reconocido gimnasio. Se trataba de un programa de acondicionamiento físico de una semana, del que surgiría mi plan de fitness de largo plazo.
Lo acepté gustoso y fui personalmente a hacer mi reservación. Me asignaron una entrenadora personal llamada Nadia, un bombón de 26 años, modelo de ropa deportiva como pude observar en posters colgados en su oficina. Ella me explicó que sería muy útil anotar mis experiencias en una libreta para poder observar yo mismo mi progreso. Así lo hice y hoy quiero compartir mis notas con ustedes.





Día 1

Me levanté a las 6:00 de la mañana, como habíamos quedado. Me resultó bastante difícil salir de la cama para ir al gimnasio porque hacía frío y todavía estaba oscuro, pero todo cambió cuando llegué y vi que Nadia estaba esperándome.
Parecía una diosa nórdica: rubia, ojos verdes y una gran sonrisa, con sus labios carnosos y espectaculares, y su estupenda dentadura. ¡Y qué cuerpo! Me hizo un tour por el gimnasio, me mostró los aparatos y me ordenó comenzar con la bicicleta fija.
Después de 5 minutos en ese aparato me tomó el pulso y se alarmó al encontrarlo tan acelerado, pero yo aproveché para piropearla y se lo atribuí su belleza (llevaba una mallita de lycra que revelaba en todo su esplendor ese trasero duro y redondo…).
Disfruté un montón viéndola dar su clase de aerobics, al terminar mi inspiradora sesión de ejercicio en la que Nadia supo motivarme para hacer mis abdominales, a pesar de lo que me dolía la barriga después de los cinco primeros.

Día 2

Esta madrugada tomé dos tazas de café y finalmente logré salir de mi casa. hacía un frío que calaba los huesos.
Nadia hizo que me acostara boca arriba y me puso a levantar una pesada barra de metal a la que le puso… ¡pesas!
En la caminadora sentí mis piernas un poco flojas, pero logré completar un kilómetro. Su bella sonrisa de aprobación y un guiño cómplice hicieron que todo valiera la pena.
¡Me sentía fantástico! Era una nueva vida…


Día 3

La única forma en que pude lavarme los dientes fue poniendo el cepillo sobre el lavabo y moviendo la cabeza de izquierda a derecha encima de él. Creo que tengo una hernia abdominal. Manejar no fue nada fácil: de sólo frenar el auto me dolía hasta el culo. Como no pude maniobrar me estacioné sobre una motito repartidora de pizzas…
Ya en la faena, Nadia se impacientó un poquito conmigo por considerar que mis gritos de dolor molestaban a los demás socios del club. Hoy me di cuenta de que su voz me resulta un poco aguda a tan tempranas horas de la mañana y cuando sube el volumen se vuelve nasal… es muy molesta.
Me dolieron los huevos al subirme a la caminadora, así que Nadia me cambió a la escaladora. Con el sudor corriéndome por la cara me preguntaba qué chingados motiva a alguien para inventar una máquina que desarrolla una facultad que se ha vuelto obsoleto con el uso de los ascensores.
Ella me dijo que me ayudaría a ponerme en forma y a disfrutar a pleno la vida. Otra de sus pendejadas…

Día 4

No pude evitar llegar media hora tarde a la sesión: fue el tiempo que me llevó anudar los cordones de los tenis.
Nadia me estaba esperando. Al llegar me clavó como un puñal sus jodidos ojos color botella de Coca-Cola, sonriéndome burlonamente al estilo Jack Nicholson cuando hizo el Guasón en Batman.
La muy cabrona me la quiso cobrar poniéndome a trabajar con las mancuernas pero, en un descuido, salí corriendo a esconderme en el baño.
Mandó a otro entrenador a buscarme y como castigo me puso a trabajar en la máquina de remar. Por el esfuerzo se me escapó un pedo que se oyó en todo el gimnasio. Nunca pasé tanta vergüenza en mi vida ¡carajo!

Día 5

Odio a Nadia más que a cualquier otro ser humano en el mundo. Pinche güereja deslavada anémica, con esos labios de colágeno, platinada, sin cerebro.
Si hubiese una parte de mi cuerpo que yo pudiera mover, la molería a punta de guamazos, chingue a su madre.
Quiso que trabajara en mis tríceps. ¡YO NO TENGO TRICEPS! Y si no quiere que rompa el piso del gimnasio, que no me pase las reputísimas barras o cualquier otra cosa que pese más que un sándwich…
La bicicleta fija me hizo desmayar. Desperté en la cama de una nutricionista, otra pinche flaca que me dio una cátedra de alimentación sana. La desgraciada no tiene la más puta idea de lo que es un hombre con hambre.
¿Por qué no me pudo tocar alguien mas tranquilo, como un maestro de costura o un estilista?

Día 6

La perra de Nadia me dejó un mensaje en la contestadora, con su vocecita de mamona, preguntándome por qué no fui hoy. “El cuerpo no distingue el sábado”, dijo la insoportable. Al escucharla, saque fuerza no sé de dónde y tiré el teléfono a la chingada, pero luego no tuve energía suficiente para levantarlo, ni para alcanzar el control remoto de la tele, así que aguanté 11 horas seguidas viendo un solo canal de cable.
¡Pinche Animal Planet! ¿Quién madres puso este canal en mi televisión? Quedé hasta las narices de chimpancés, tiburones y víboras. Hasta me tuve que reventar un documental de pajaritos apareándose, yo que llevo seis días de ayuno porque no tengo fuerza ni para quitarme las sábanas de encima.

Día 7

Pedí un taxi para ir a misa y agradecerle a Dios porque esta semana se terminó.También recé para que el año que viene la empresa me mande a algo un poco más placentero: una endodoncia, un cateterismo, un estudio de próstata…

Foto tomada de Flickr, de la galería de 2008scandinavia.

Comentarios

  1. Me has alegrado el día con esta nota!

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  2. jajajaja maestro todo eso te paso a ti???? Que barbaroo, hay formas alternativas de ejercitarse, que no?

    ResponderBorrar
  3. El Entre Aprendiente hace su aparición honrando este espacio con su presencia y alegrandole la tarde a este humilde servidor. No, querida maestra, no ha sido a mi a quien le sucedió lo que aquí se narra. Yo no hago ejercicio ni por equivocación. Aprovecho para aclarar que LA FOTO TAMPOCO ES MIA.
    Mil gracias por tu comentario.
    (Unos mariscos y unas cervecitas bien frías a mi salud cuando se pueda, por favor).

    ResponderBorrar

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