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Apuntes, citas, hechos y ocurrencias 11

  • "Nunca desaproveches una buena crisis", dijo ayer Hillary Clinton ante un grupo de jóvenes en el Parlamento Europeo en Bruselas. Hacía referencia a la actual crisis económica internacional y llamaba a aprovechar las oportunidades que ofrece, sobre todo en lo que a cambio climático se refiere, subrayando la oportunidad de reconstruir las economías de forma que sean más verdes y menos dependientes de energías no siempre disponibles. "No desaprovechemos una crisis que puede tener un impacto positivo en cambio climático y en seguridad energética".
  • Facebook no es sólo para niños y adolescentes. Durante los últimos seis meses, el grupo de usuarios de mayor crecimiento en Facebook ha sido el de 35 a 54 años de edad, con una tasa de incremento de nada menos que 276.4 por ciento. El segmento de 55 y más (ese "y más" me parece políticamente incorrecto; yo estoy entre ellos) no se quedó muy atrás, con un aumento de 194.3 por ciento. Estas cifras van ligeramente detrás de la tasa de crecimiento del mayor segmento de usuarios de Facebook: "the college crowd" de 18 a 24 años. Mi sobrina Fer detesta que personas de mayor edad que ella (los "ruquines", que deben ser como de 30 "y más") ingresen a este popular servicio; al parecer tendrá que hacerse a la idea o buscarse una alternativa porque cada más gente adulta disfruta de las posibilidades de socialización que ofrece este interesante medio. (IStrategy Labs).
  • Autoconcepto. Leo en el último número de Letras Libres que, "según Herman Melville, (Ralph Waldo) Emerson tenía la impresión 'que, de haber vivido en los días en que el mundo fue hecho, habría ofrecido algunas valiosas sugerencias'”. Me encantó la cita. Conozco a varias personas a las que puede aplicarse directamente la misma frase. Seguramente, tú también.
  • De ruido y educación. Alguna vez comenté en este foro que el ruido es un producto típico y constante de los necios (de los nacos, también). ¿Quién lleva el sistema de sonido a todo volumen en su coche (siempre con la peor "música")? ¿Quién abre los escapes de su vehículo para que suenen más fuerte? ¿Quiénes hablan en voz alta en el cine? ¿Quién chifla en un restaurante para localizar a alguien, destrozándote los tímpanos? ¿Quiénes permiten a sus perros ladrar durante horas, afectando el descanso (y el derecho al silencio, carajo) de los vecinos de todo un edificio? ¿Quiénes permiten que sus niños griten en lugares públicos, sin preocuparse de que puedan molestar a la concurrencia? Oigo a la vecina, sus gritos innecesarios con un tono de voz que suena a exceso de testosterona, sus risotadas que deben ser de boca totalmente abierta (quizá dejando ver alimentos en proceso de masticación), su arrastrar de las erres ¡salud!, el volumen de su música... y no puedo evitar pensar con nostalgia en unos vecinos franceses que tuvimos hace unos años, quienes avisaban al vecindario con tres días de anticipación de la realización de una fiesta en su casa, se disculpaban de antemano por las molestias que pudieran causar y realmente hacían muy poco ruido a la hora del festejo. No cabe duda que hay grados de civilización. Y, claro, cuando el respeto no se aprendió en casa, en la familia, a la menor oportunidad relucirá el cobre.
  • ¿Dónde anda Quique? Hace muchos días que no soy reconvenido por mi querido colega Enrique Vigil, por algo que publico aquí. La última vez que nos vimos fue en un fiestón temático que ofreció un amigo común con motivo de sus 65 años. En esa ocasión, Enrique y yo bromeamos unos instantes con Javier "el Vasco" Aguirre sugiríendole que fuera a dirigir al Sporting de Gijón a cambio de un paquete de remuneración que incluiría fabada, sidra y "quesu" Cabrales. En fin, espero que Enrique se encuentre bien, ante todo, y que no haya desertado, rendido ante las simplezas y las equivocaciones de este modesto blog.
  • Cine. Qué buena cinta es Slumdog Millionaire (Quisiera ser millonario). Sus ocho óscares no fueron por casualidad, ciertamente. La recomiendo con entusiasmo.
  • Ver y oir mal. "Quien ve mal, siempre ve algo de menos; quien oye mal, siempre oye algo de más". Friedrich Nietzsche.

Comentarios

  1. Mi estimado Salvador va una reflexión relativa al ruido. Saludos.

    El ruido, la alteración y la vida interior
    La alteración como boicot a nuestro desarrollo humano

    Es claro que hoy por hoy, y cada vez más, podemos descubrir que somos seres alterados, alterados en el sentido del bombardeo de estímulos que recibimos durante todo el día, todas las semanas y año con año. Este bombardeo es inmisericorde con la propaganda, los anuncios, la música cada vez más ensordecedora, los acontecimientos que se gritan por los medios de comunicación, las malas noticias, etc.… es decir el ruido.

    Alteración viene del latín “alter” que significa “otro” o “lo otro”, estar o ser alterado es ser violentado por lo que no somos nosotros, sino por lo otro, lo de fuera, por lo que nos hace estar alterados, estresados, perder la serenidad y la paz.

    Tal parece que en este nuestro contexto actual, cultural y postmoderno, estar alterados es lo habitual, nuestras intenciones se ven constreñidas por las tensiones que provoca en nosotros el ruido, que ya también es global, dormimos menos, dormimos mal y poco, tenemos sobresaltos que hacen latir nuestro corazón más rápidamente, angustias leves pero continuas en el tráfico y en las películas que vemos, sustos pequeños pero recurrentes de todo tipo; y todo ello nos hace estar y vivir alterados, tensos y a la defensiva.

    Esta alteración nos hace perder perspectiva personal, es decir, cada vez más perdemos el sentido de nosotros mismos, o como decían los antiguos, perdemos “mismidad”, vida interior, capacidad de reflexión y conciencia, las más humanas de nuestras capacidades y con ello estropeamos nuestro progreso como seres humanos, como si con la alteración constante boicoteáramos nuestro desarrollo humano completo e integral.

    Nos dormimos viendo la televisión, en lugar de “vernos” a nosotros mismos, en lugar de re-pensar nuestro día, ver nuestros aciertos, nuestros sentimientos y experiencias del día, vemos la televisión que nos altera; nuestra vida entonces se nos escapa en la inconciencia, perdemos la capacidad de “darnos cuenta” de lo vivido y experimentado y con ello nos estropeamos la posibilidad de crecer y aprender, fruto de la reflexión y de la interioridad, de nuestras vivencias personales, de nuestros sentimientos y de nuestras acciones revisadas a la luz de nuestros valores.

    Nos levantamos por la mañana, todos los días, sin escucharnos a nosotros mismos, aunque sea por un rato, preferimos escuchar la radio, hacer ruido, un ruido que preferimos que nos acompañe en lugar de escucharnos a nosotros mismos, escuchar nuestro estado de ánimo, nuestros pensamientos y reflexiones, nuestros planes y proyectos del día o los trascendentes a mediano y largo plazo.

    Como seres alterados nos perdemos la oportunidad de crecer, por ello es necesario, yo diría urgente, retomar nuestra vida interior, cultivar nuestra interioridad, nuestra capacidad de “darnos cuenta”, ensanchar nuestra “mismidad”, hacer espacios de meditación, oración o simplemente silencio en nuestras vidas.

    Retornar a las viejas y saludables prácticas de hacer retiro, encontrar oasis en medio del desierto, pacificar nuestra existencia con silencios cotidianos que nos permitan la reflexión, la introyección, el procesamiento interno de nuestras experiencias para sacarles todo el jugo posible a favor de nuestro desarrollo personal.

    Estamos tan alterados que reaccionamos, molestos, desatinados, amplificando los acontecimientos o reduciéndolos, con el desajuste y la imprudente reacción de la cual nos arrepentimos posteriormente.

    El silencio personal, equilibra nuestra vida, fortalece nuestra vida interior… Dejamos de estar alterados e incómodos con nosotros mismos.

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