- Las cifras del desempleo en México. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en enero y febrero 472 mil personas ingresaron a las filas del desempleo para un total de 2 millones 400 mil desocupados al finalizar el segundo mes de 2009. Algunos analistas advirtieron que el impacto de la recesión mundial en México “es más fuerte de lo previsto”. La tasa de desocupación nacional que se registró en febrero fue de un máximo histórico de 5.30 por ciento de la población económicamente activa (PEA), la más elevada desde que inició la serie estadística en abril de 2000; los analistas estimaban 5.04 por ciento. De acuerdo con información publicada por El Semanario, en el mes casi todos los sectores vieron una reducción en sus niveles de empleo, destacando el caso de la construcción, donde pasó de 8.29 por ciento a 7.97 por ciento mientras en la manufactura pasó de 15.79 por ciento a 15.31 por ciento. En el comercio pasó de 20.14 por ciento a 19.93 por ciento. Sólo en los servicios hubo un aumento de 41.40 42.46 unidades porcentuales.
- Llorar y llorar, llorar y llorar... Según una encuesta de julio de 2008 de Consulta Mitofsky, 72.1 por ciento de los mexicanos lloran poco frecuentemente o nunca, en tanto que 60% se enoja regularmente o con mucha frecuencia. Seguramente debido al enojo, 60.9 por ciento dijo que grita con regularidad o muy frecuentemente. Temo que, a la luz de lo visto en el inciso anterior, estas cifras estén cambiando, para peor, rápidamente.
Hace 2,000 años Séneca, el filósofo romano, explicaba la honestidad a uno de sus discípulos en los siguientes términos: "Éste debe ser nuestro principal empeño: decir lo que sentimos y sentir lo que decimos; que nuestro lenguaje concuerde con nuestra vida. Ha cumplido con su cometido aquel que sigue siendo el mismo cuando lo ves y cuando lo escuchas. Veremos qué cualidades y qué capacidades tiene: pero que sea uno y el mismo. Nuestras palabras no tienen que agradar: tienen que ser de provecho". Casi 20 siglos después estas ideas no sólo siguen siendo vigentes, sino que seguramente resultarán bastante más significativas para muchos, por la grave crisis de valores que vivimos en la sociedad . La credibilidad, el crédito que concedemos a lo dicho por otras personas, es un recurso escaso hoy dia no únicamente para individuos, sino para grupos, empresas, medios de comunicación e incluso gobiernos. No se diga políticos y sus partidos. Ya no le creemos a casi nadie. Y no es un asunt
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