En lo personal, la distinción “interna o externa” de la comunicación corporativa nunca me ha dejado del todo satisfecho. No hay mensajes tan total y absolutamente internos que no puedan salir al exterior, ni lo opuesto. No hay lo químicamente puro en la comunicación entre personas. Por eso, me llaman la atención ejemplos como este nos ofrece McDonald’s, que en la fachada de sus oficinas en Santa Fe (ciudad de México) colocó una manta que igual cabe en al apartado “comunicación con públicos internos” que en “publicidad institucional” o en “comunicación mercadotécnica”, por no ampliar la clasificación. Al final, lo importante es que apunta claramente a los rubros “imagen” y “reputación”. Y no es que me guste particularmente esta manta –aclaro-, que no aprovecha la oportunidad para amarrar con un mensaje, además de que es tosca y perfectamente puede argüirse que afea el vecindario. Pero es comunicación de gama amplia en cuanto a sus audiencias y eso la hace interesante.
Espacio para informar, reflexionar, dialogar y, en ocasiones, desvariar en torno a la interminable serie de conversaciones que constituyen la esencia de las organizaciones.