La joya que reproduzco abajo me llegó hace un rato por email. Me pregunto qué pensará la mayoría de los profesores cuando la lea, si es que le presta un mínimo de atención. En mi caso hoy me toca estar del otro lado de la mesa, el de los receptores de la comunicación interna, y la verdad es que me resulta una pieza no solo prescindible sino que me daría vergüenza mostrar fuera de la universidad, o a mis alumnos. Más vale no hacer nada que hacerlo mal. Por otro lado, me pregunto en qué se nota el entusiasmo de los profesores asociados –como yo-, además de en la ingesta de galletas…
Espacio para informar, reflexionar, dialogar y, en ocasiones, desvariar en torno a la interminable serie de conversaciones que constituyen la esencia de las organizaciones.