Se atribuye a distintos autores la idea de que el pesimismo es en realidad el optimismo de los informados. Yo la leí alguna vez en un texto de Carlos Fuentes, estoy positivamente seguro. ¿Cómo evitar evocarla en este principio de año, con tantas señales tan preocupantes en el ambiente? Releo las "Ennumeraciones" que publicó en su columna de Milenio, el viernes pasado, Fernando Solana Olivares (también pueden verse en su blog), texto en el que se plantean algunos de mis principales temores, y no puedo evitar sentir desesperanza y desazón.
Pero la vida sigue, y cada día estoy más convencido de que la realidad será lo que querramos que sea, no como resultado de un ejercicio volitivo personal --al estilo baratón de The Secret--, ni poníendonos a orar todos a las 20:00 horas en punto, como me propone una compañera de la universidad, sino como fruto del trabajo colectivo, incansable, de la gente honesta que queda en el planeta, que todavía debe ser mucha. Acción, hacer, praxis, fundamentada en valores. No sólo pensar, sino hacer.
El endeble optimismo que me queda se reafirma cuando pienso en esa gente y en su trabajo, y se carga de energía cuando pienso en mi hijo, en mis sobrinos, en los hijos de mis amigos... La función no se termina hasta que nos hayamos ido todos, y para eso todavía falta mucho, espero. Mi generación tiene un compromiso con los que vienen detrás, además del compromiso que todos tenemos para con todos en la búsqueda del bien común.
Debemos que seguir adelante, pese a todo. Tenemos la obligación de convivir, de crecer y de tratar siempre de ser felices. Mi amiga Alma Zepeda me recomienda: "ponle buena cara al año que entra y por complicado que venga, piensa que también habrá ráticos de felicidad y el chiste será saber distinguirlos y disfrutarlos". Pues sí.
Ojalá que en 2008 la realidad no se emperre demasiado y nos de tantito chance. Yo sólo pido salud (a Dios), afecto (a mi gente) seguridad y posibilidad de trabajar (esto no sé a quién); de lo demás me encargo yo.
Lo mismo deseo a los lectores de este blog para 2008: salud, amor, seguridad y trabajo.
Pero la vida sigue, y cada día estoy más convencido de que la realidad será lo que querramos que sea, no como resultado de un ejercicio volitivo personal --al estilo baratón de The Secret--, ni poníendonos a orar todos a las 20:00 horas en punto, como me propone una compañera de la universidad, sino como fruto del trabajo colectivo, incansable, de la gente honesta que queda en el planeta, que todavía debe ser mucha. Acción, hacer, praxis, fundamentada en valores. No sólo pensar, sino hacer.
El endeble optimismo que me queda se reafirma cuando pienso en esa gente y en su trabajo, y se carga de energía cuando pienso en mi hijo, en mis sobrinos, en los hijos de mis amigos... La función no se termina hasta que nos hayamos ido todos, y para eso todavía falta mucho, espero. Mi generación tiene un compromiso con los que vienen detrás, además del compromiso que todos tenemos para con todos en la búsqueda del bien común.
Debemos que seguir adelante, pese a todo. Tenemos la obligación de convivir, de crecer y de tratar siempre de ser felices. Mi amiga Alma Zepeda me recomienda: "ponle buena cara al año que entra y por complicado que venga, piensa que también habrá ráticos de felicidad y el chiste será saber distinguirlos y disfrutarlos". Pues sí.
Ojalá que en 2008 la realidad no se emperre demasiado y nos de tantito chance. Yo sólo pido salud (a Dios), afecto (a mi gente) seguridad y posibilidad de trabajar (esto no sé a quién); de lo demás me encargo yo.
Lo mismo deseo a los lectores de este blog para 2008: salud, amor, seguridad y trabajo.
Comentarios
Publicar un comentario