El Secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS) del gobierno de México, Javier Lozano Alarcón, informó ayer que en este país hay más de 3 millones de niños que trabajan, de los cuales 900 mil tienen entre 5 y 13 años de edad. Es una situación ilegal, que contraviene el mínimo de edad, 14 años, establecido en la Constitución para realizar una actividad productiva.
Durante la presentación del Módulo de trabajo infantil en México 2009, de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que lleva a cabo el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el funcionario aseguró que en los últimos años se ha registrado una disminución en el número de menores que laboran.
La dependencia indica que 49.1% de los niños y niñas ocupadas son trabajadores subordinados remunerados en tanto que 47.2% trabajan sin pago.
Por su parte, la presidenta nacional del DIF, Margarita Zavala, aseguró que en el caso de los infantes que laboran con personas ajenas a su familia, no hay duda de que se trata de explotación: “los menores no eligen trabajar; no es más que una expresión de la pobreza y sólo perpetúa la desigualdad”.
Se ha informado que el número de menores que trabajan en el país se redujo, entre 2007 y 2009, de 3.5 millones a alrededor de 3 millones, pero aún persiste la sombra de la explotación. Por entidades, es el Estado de México el que concentra el mayor número de niños empleados por no familiares y propensos a convertirse en sujetos de explotación, con 154 mil 400 casos. Le siguen Jalisco, con 111 mil 400 niños; Veracruz, 84 mil 300; Guanajuato, 81 mil 200; Puebla, 74 mil 100; Michoacán, 71 mil 900; Chiapas, 52 mil 500, y el Distrito Federal, con 50 mil casos.
El trabajo infantil es sin duda una de las facetas más oscuras del mundo laboral. Si bien tiene su origen en la miseria, no sólo no representa un paliativo para la misma, sino que es un factor central para perpetuarla, al alejar a los niños de las alternativas educativas y de crecimiento personal que corresponden a esa etapa de la vida y que son indispensables en la formación de hombres y mujeres sanos y productivos. Es una auténtica desgracia contra la que deberíamos luchar todos los días.
Durante la presentación del Módulo de trabajo infantil en México 2009, de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo que lleva a cabo el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el funcionario aseguró que en los últimos años se ha registrado una disminución en el número de menores que laboran.
La dependencia indica que 49.1% de los niños y niñas ocupadas son trabajadores subordinados remunerados en tanto que 47.2% trabajan sin pago.
Por su parte, la presidenta nacional del DIF, Margarita Zavala, aseguró que en el caso de los infantes que laboran con personas ajenas a su familia, no hay duda de que se trata de explotación: “los menores no eligen trabajar; no es más que una expresión de la pobreza y sólo perpetúa la desigualdad”.
Se ha informado que el número de menores que trabajan en el país se redujo, entre 2007 y 2009, de 3.5 millones a alrededor de 3 millones, pero aún persiste la sombra de la explotación. Por entidades, es el Estado de México el que concentra el mayor número de niños empleados por no familiares y propensos a convertirse en sujetos de explotación, con 154 mil 400 casos. Le siguen Jalisco, con 111 mil 400 niños; Veracruz, 84 mil 300; Guanajuato, 81 mil 200; Puebla, 74 mil 100; Michoacán, 71 mil 900; Chiapas, 52 mil 500, y el Distrito Federal, con 50 mil casos.
El trabajo infantil es sin duda una de las facetas más oscuras del mundo laboral. Si bien tiene su origen en la miseria, no sólo no representa un paliativo para la misma, sino que es un factor central para perpetuarla, al alejar a los niños de las alternativas educativas y de crecimiento personal que corresponden a esa etapa de la vida y que son indispensables en la formación de hombres y mujeres sanos y productivos. Es una auténtica desgracia contra la que deberíamos luchar todos los días.
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