- Los peligros del uso de metáforas. A don Agustín Carstens, gobernador del Banco de México (Banxico), no suele irle bien con las metáforas. Todos recordamos “el catarrito” que pronosticó al anunciar la recesión de Estados Unidos y la crisis previsible en nuestro país. Al parecer no ha escarmentado y una vez más se deja llevar por sus inclinaciones literarias, porque acaba de afirmar que México cuenta con la fortaleza estructural para hacer frente a “las aguas turbulentas” generadas por la crisis de deuda que atraviesan algunas economías de Europa y Estados Unidos. A ver si no resultan aguas negras. Destacó que la gran acumulación de reservas internacionales, el régimen de flotación cambiario y las tasas de interés flexibles, así como la fortaleza fiscal, son algunos elementos que permiten a México navegar por estas “aguas turbulentas” con un alto grado de confiabilidad. Lo que no me queda claro es a quién verá como el capitán de la nave. Dios nos guarde. (Imagen tomada de El Universal)
- La metáfora equina: Chávez lleva caballos dentro. Copio de El Universal de Caracas, de ayer: “Al asumir sus ‘errores fundamentales’ sobre su modo de vida, dijo que ahora evita viejos hábitos como tomar ‘40 tazas de café en un día', andar con ‘tres celulares, comer cualquier cosa en cualquier parte y no dormir, no dejar dormir a los ministros'. ‘Estaba matándome yo mismo. Veía algo por televisión y llamaba a un ministro, una angustia permanente que no me dejaba respirar, la gente me daba papelitos (...) y la culpa era mía por querer desde tapar un hueco hasta los grandes proyectos hay que aprender a delegar, a que se desplieguen todas las potencialidades de los niveles de gobierno. Un Presidente no puede estar en eso, de vez en cuando un llamado de atención, pero eso es problema de los alcaldes. Estoy frenando los caballos que llevo. Tengo que aprender a delegar más. Estoy asumiéndome de nuevo desde todos los puntos de vista’, concluyó.” Como siempre, el presidente Chávez dando ejemplos de comunicación –digamos que- mejorable.
- Sobrecargos chachalacas en Aeroméxico. Anoche volví de Los Mochis al D.F. en el vuelo 2083 de Aeromexico Connect. El Embraer en que volamos es un avión poco espacioso, no demasiado cómodo. Pues bien, ocurre que la sobrecargo asignada a ese vuelo pasó no menos de 80% de trayecto (1h55mins.) sentada en el descansabrazos del asiento 7B (yo venía en el 7A, con estrecho pasillo de por medio), platicando en voz alta con otra sobrecargo, uniformada, que viajaba en calidad de pasajero en el 8B. Con excepción de los 15 minutos que le tomó a esta señorita repartir las bebidas, y de unos 10 minutos que pasó a la cabina para ocupar el asiento del primer oficial mientras este iba (supongo) al baño, lo demás fue un parloteo intenso que no me dejó leer ni dormir. Involuntariamente, me enteré de servicios de pedicura, madres enfermas, amigas con problemas, sobrinas adolescentes en broncas sentimentales, tiendas de ropa y una amplia gama de información del tipo de la que las mujeres suelen recetarse generosamente unas a otras con harta frecuencia. Reporté el hecho vía Twitter, en un mensaje etiquetado para @Aeroméxico con hashtag #malservicio, para ver qué pasaba. Casi 14 horas después la empresa no se ha dignado a responder ¿así usará las redes sociales?
- Entre broma y broma… Cambiando de tema quiero decir que, como sabemos bien, las ciudades son ambientes cargados de información de los más diversos tipos que nos bombardea con infinidad de mensajes desde casi todos los frentes de la vida. Puede ser a tal grado saturante la demanda de atención que acabamos “desconectándonos” y pasando por alto información que puede ser interesante y hasta divertida. Véase por ejemplo esta muestra de discutible humor que encontré en un microbús de la ciudad de México y que se ubica en una de las vetas más concurridas de la diversión del mexicano: la que se burla del prójimo o de plano lo ofende.
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