La suspensión del flujo de información es a un blog lo que la interrupción de la corriente sanguínea es para el cerebro. Lo sé muy bien.
El exceso de trabajo me ha tragado. Literalmente. Y por desgracia no ha sido la actividad estratégica, estimulante, de crecimiento, la que predominó, sino la talacha, el retrabajo, el micromanagement, la actividad producto de la desorganización y/o la ineptitud y/o la irresponsabilidad, los abusos de autoridad (nunca falta un asshole) y la consecuente necesidad de to cover my ass.
La talacha en sí no es necesariamente mala. Por ejemplo, recientemente he tenido que revisar trabajos y exámenes de mis alumnos, y en esta tarea como siempre he encontrado aprendizaje, además de no poco solaz y esparcimiento.
Pero hay una clase de trabajo en el negocio de la consultoría que puede llegar a ser extenuante y que en sentido literal les chupa la vida poco a poco a las personas que caen en ella como quien resbala en arena movediza. Se trata del retrabajo --tareas que hay que llevar a cabo dos, tres o más veces—derivado de fallas de comunicación en la cadena productiva.
Estas fallas de comunicación pueden deberse a limitaciones estructurales o culturales, pero también a indecisión, imprevisión, incompetencia o ignorancia de alguna de las partes involucradas (o de todas). En el retrabajo pueden tener que ver los colaboradores, los proveedores, los jefes (en particular los jerks) y, naturalmente, los clientes, además del propio consultor.
Un factor clave de la productividad es la clarificación adecuada y oportuna de las expectativas de los diversos actores en los procesos de trabajo. Aquí, como en todo lo que tiene que ver con los seres humanos, juega un papel fundamental la comunicación aunque, claro, no es el remedio único para un síndrome de tan compleja etiología.
En fin… la vida se te escurre en los afanes a ras de tierra, a codazos con los pequeñitos, tratando de flotar entre el fangoso narcisismo de quienes ejercen el poder para joderte el día con tres palabras y por cualquier medio (a veces con un mensajito de texto). Mientras tanto, lo importante –la salud, la familia, los amigos, el crecimiento, la productividad misma, la búsqueda de la felicidad y el cuidado de tu blog—se relega, de sacrifica, se desprecia.
Debe ser un asunto de karma. De cualquier modo, hay que cuidarse porque hasta la cuerda mas fuerte llega a romperse pasado cierto límite.
El exceso de trabajo me ha tragado. Literalmente. Y por desgracia no ha sido la actividad estratégica, estimulante, de crecimiento, la que predominó, sino la talacha, el retrabajo, el micromanagement, la actividad producto de la desorganización y/o la ineptitud y/o la irresponsabilidad, los abusos de autoridad (nunca falta un asshole) y la consecuente necesidad de to cover my ass.
La talacha en sí no es necesariamente mala. Por ejemplo, recientemente he tenido que revisar trabajos y exámenes de mis alumnos, y en esta tarea como siempre he encontrado aprendizaje, además de no poco solaz y esparcimiento.
Pero hay una clase de trabajo en el negocio de la consultoría que puede llegar a ser extenuante y que en sentido literal les chupa la vida poco a poco a las personas que caen en ella como quien resbala en arena movediza. Se trata del retrabajo --tareas que hay que llevar a cabo dos, tres o más veces—derivado de fallas de comunicación en la cadena productiva.
Estas fallas de comunicación pueden deberse a limitaciones estructurales o culturales, pero también a indecisión, imprevisión, incompetencia o ignorancia de alguna de las partes involucradas (o de todas). En el retrabajo pueden tener que ver los colaboradores, los proveedores, los jefes (en particular los jerks) y, naturalmente, los clientes, además del propio consultor.
Un factor clave de la productividad es la clarificación adecuada y oportuna de las expectativas de los diversos actores en los procesos de trabajo. Aquí, como en todo lo que tiene que ver con los seres humanos, juega un papel fundamental la comunicación aunque, claro, no es el remedio único para un síndrome de tan compleja etiología.
En fin… la vida se te escurre en los afanes a ras de tierra, a codazos con los pequeñitos, tratando de flotar entre el fangoso narcisismo de quienes ejercen el poder para joderte el día con tres palabras y por cualquier medio (a veces con un mensajito de texto). Mientras tanto, lo importante –la salud, la familia, los amigos, el crecimiento, la productividad misma, la búsqueda de la felicidad y el cuidado de tu blog—se relega, de sacrifica, se desprecia.
Debe ser un asunto de karma. De cualquier modo, hay que cuidarse porque hasta la cuerda mas fuerte llega a romperse pasado cierto límite.
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