En el artículo que publica Gabriel Zaid (“La mala suerte”) en el número de abril de Letras Libres, sobre el Diccionario de Mexicanismos comienza con un ejemplo sobre delegación en despachos de abogados que me parece perfectamente aplicable a lo que sucede en el ámbito de la consultoría, donde se ven situaciones similares con harta frecuencia. Copio (lo intercalado en rojo es mío):
“Cuando se contrata a un gran despacho de abogados (o de consultores), es normal que un jurista famoso (o socio consultor) atienda el asunto y se lo pase a un socio (o consultor senior) muy capaz, auxiliado por jóvenes pasantes (o consultores junior). Delegar es un riesgo, pero se elimina con supervisión: primero del socio responsable y luego del principal. Sin embargo, la mala suerte puede jugar malas pasadas. El supervisor (o consultor senior) se ausenta más de lo que tenía previsto. Al pasante (o consultor junior) le da un ataque de aprendiz de brujo, y se toma libertades ineptas. El jurista famoso (o socio consultor) se distrae por un problema urgente (una crisis). El plazo de presentación llega al límite. Y, finalmente, el tribunal (o el cliente) recibe lo que produjo un aprendiz” (a precio de jurista famoso o de socio consultor, claro).
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