Copio textualmente una parte de "Apuntes epidémicos", de Fernando Solana, de su columna Elitismo para todos que publica hoy en Milenio.
El científico Louis Pasteur afirmó que la causa de las enfermedades no son tanto los virus como la poca resistencia del individuo invadido por ellos. Y mucha de nuestra vulnerabilidad física se debe, antes que a los acontecimientos mismos, a la interpretación que hacemos de ellos. La célebre sentencia: “A lo único que debe temerse es al mismo miedo”, debe aplicarse al cuerpo-mente de cada individuo. De ahí que desde una perspectiva holística se afirme que el cuerpo tiene su propia manera de “conocer” por medio del sistema inmunológico, una manera paralela al modo de conocer del cerebro y vinculada a él. La “mente” del sistema inmunológico posee una imagen dinámica y tiene la tendencia a dotar de sentido todos los “mensajes” del medio, incluyendo virus y alergógenos. Si rechaza ciertas sustancias o reacciona violentamente contra ellas no es porque sean extrañas, como creía el antiguo paradigma, sino porque no tienen sentido, no pueden ser encuadradas en el orden del conjunto orgánico. El sistema inmunológico es poderoso y flexible, pero al estar ligado al cerebro resulta vulnerable ante las tensiones psicológicas. Estados de tensión mental como la paranoia, la tristeza y la ansiedad deterioran la capacidad del sistema inmunológico. Nos enfermamos por razones genéticas o ambientales pero también, y sobre todo, por causas psicosomáticas. Nos enfermamos por miedo, pues el sistema inmunológico de los tardomodernos está deprimido y neurotizado. La alegría cura, la serenidad y la confianza también.
El científico Louis Pasteur afirmó que la causa de las enfermedades no son tanto los virus como la poca resistencia del individuo invadido por ellos. Y mucha de nuestra vulnerabilidad física se debe, antes que a los acontecimientos mismos, a la interpretación que hacemos de ellos. La célebre sentencia: “A lo único que debe temerse es al mismo miedo”, debe aplicarse al cuerpo-mente de cada individuo. De ahí que desde una perspectiva holística se afirme que el cuerpo tiene su propia manera de “conocer” por medio del sistema inmunológico, una manera paralela al modo de conocer del cerebro y vinculada a él. La “mente” del sistema inmunológico posee una imagen dinámica y tiene la tendencia a dotar de sentido todos los “mensajes” del medio, incluyendo virus y alergógenos. Si rechaza ciertas sustancias o reacciona violentamente contra ellas no es porque sean extrañas, como creía el antiguo paradigma, sino porque no tienen sentido, no pueden ser encuadradas en el orden del conjunto orgánico. El sistema inmunológico es poderoso y flexible, pero al estar ligado al cerebro resulta vulnerable ante las tensiones psicológicas. Estados de tensión mental como la paranoia, la tristeza y la ansiedad deterioran la capacidad del sistema inmunológico. Nos enfermamos por razones genéticas o ambientales pero también, y sobre todo, por causas psicosomáticas. Nos enfermamos por miedo, pues el sistema inmunológico de los tardomodernos está deprimido y neurotizado. La alegría cura, la serenidad y la confianza también.
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