Ayer, en nuestra reunión mensual del Comité de Comunicación de la AMEDIRH, alrededor de 20 profesionales de la administración de recursos humanos llegamos a la conclusión de que la influenza es el tema más relevante a comunicar actualmente en las empresas.
Es un planteamiento debatible, sin duda. Hoy día hay varios asuntos muy fuertes en las mesas de los comunicadores corporativos, todos dignos de atención, como la crisis, los recortes de personal, las caídas en la demanda de productos y servicios, los paros técnicos, las reducciones de sueldos, etc., etc. Sin embargo, la fuerza del tema de la influenza radica en que nos afecta a todos y por eso es -¡debería ser!- igual de relevante para todas las empresas, dado que se trata de una amenaza que no hace distinciones entre personas. Además, supone riesgos en materia nada menos que de salud y por ello lleva consigo la sombra temible de la muerte.
La relacionada con la influenza A H1N1 a primera vista parece una temática "noble" para hacer comunicación: sencilla, fácil de convertir en mensajes clave, que se puede conectar con los valores de la organización y hasta con los esfuerzos de las empresas en materia de responsabilidad social, que no requiere mayor investigación, avalada por fuentes oficiales a nivel internacional, de interés general... ¿qué más quieres? Pero una vez que se le hinca el diente resulta todo menos "un flancito" para quienes quieren salirse de lo establecido y hacer algo distinto, a la medida de su empresa o institución.
Hacer comunicación organizacional sobre la epidemia de influenza plantea de entrada una disyuntiva:
Naturalmente, esta opción retoma los elementos fundamentales de la comunicación oficial, que constituyen una plataforma indispensable, y aprovecha lo que vale la pena de otras fuentes, pero construye sobre ello.
Este camino, a su vez, ofrece diversas posibilidades que pueden combinarse de modo que se atiendan de la manera más efectiva posible las necesidades de la organización y de sus integrantes. Una se centra en la contextualización de la epidemia, es decir, en su ubicación en el ámbito concreto de vida de los integrantes de la organización para desde esa perspectiva presentar los riesgos, las mejores medidas de prevención, las consecuencias del descuido, los recursos específicos a los que se puede echar mano en caso de enfermedad, etc.
Otra posibilidad de comunicación tiene que ver con la oferta de apoyo que la empresa u otras organizaciones pongan al alcance del personal para prevenir el contagio y enfrentarlo adecuadamente en caso de que se de. Aquí, el objetivo principal consiste en asegurarse de que los colaboradores sepan a dónde y/o con quién acudir en caso de cotraer la enfermedad.
Una tercera línea se enfoca al ámbito de la motivación. En este caso, no se apela tanto a la razón como a las emociones y lo que se busca es estimular a las personas para que se mantengan informadas sobre la epidemia, cuiden adecuadamente de sí mismas y sirvan como factor de concientización entre sus familiares y amigos.
En cualquier caso, yo recomendaría presentar las medidas de prevención del contagio de influenza A H1N1 en el marco más amplio del cuidado de la salud y la prevención de enfermedades en general. Esto ayudará a implantar las medidas de higiene como hábitos en la vida de las personas y a reducir la importancia relativa de la influenza en el contexto amplio de la salud, lo cual es muy útil para evitar reacciones de pánico, contrarrestar rumores y hasta frenar abusos de vivales que trafican con el miedo.
Finalmente, creo que lo relacionado con la influenza debe comunicarse de manera estrictamente realista, objetiva, basada en hechos, soportada en la ciencia y actualizada. Y recordando siempre -siempre- que nos dirigimos a adultos que son los primeros responsables de su cuidado personal.
La fotografía del estornudo es de verde75 y fue tomada de Flickr.
Es un planteamiento debatible, sin duda. Hoy día hay varios asuntos muy fuertes en las mesas de los comunicadores corporativos, todos dignos de atención, como la crisis, los recortes de personal, las caídas en la demanda de productos y servicios, los paros técnicos, las reducciones de sueldos, etc., etc. Sin embargo, la fuerza del tema de la influenza radica en que nos afecta a todos y por eso es -¡debería ser!- igual de relevante para todas las empresas, dado que se trata de una amenaza que no hace distinciones entre personas. Además, supone riesgos en materia nada menos que de salud y por ello lleva consigo la sombra temible de la muerte.
La relacionada con la influenza A H1N1 a primera vista parece una temática "noble" para hacer comunicación: sencilla, fácil de convertir en mensajes clave, que se puede conectar con los valores de la organización y hasta con los esfuerzos de las empresas en materia de responsabilidad social, que no requiere mayor investigación, avalada por fuentes oficiales a nivel internacional, de interés general... ¿qué más quieres? Pero una vez que se le hinca el diente resulta todo menos "un flancito" para quienes quieren salirse de lo establecido y hacer algo distinto, a la medida de su empresa o institución.
Hacer comunicación organizacional sobre la epidemia de influenza plantea de entrada una disyuntiva:
- -- repetir los mensajes de dominio público que hemos escuchado hasta la saciedad, que tienen como origen los generados por la Secretaría de Salud y han sido difundidos por los medios, o
- -- trabajar en algo nuevo, distinto, relacionado con las características y circunstancias concretas de la empresa y sus integrantes.
La primera opción, que con toda seguridad será por la que se incline la gran mayoría de las empresas que decidan hacer algo, es relativamente barata y permite reaccionar con rapidez, pero comunicativamente es de bajo impacto, aunque a fin de cuentas permitirá reportar "acciones" (quién sabe si resultados).
Una variante de este camino se encuentra en la reproducción, previo cambio de formato o no, de información elaborada y distribuida por consultoras, agencias y organizaciones de distinta índole.
La segunda opción necesariamente implica costos -tiempo, trabajo y dinero- pero es de mayor impacto, entre otras cosas porque es diferenciable y porque manda una señal de auténtica preocupación e involucramiento por parte de la empresa.Naturalmente, esta opción retoma los elementos fundamentales de la comunicación oficial, que constituyen una plataforma indispensable, y aprovecha lo que vale la pena de otras fuentes, pero construye sobre ello.
Este camino, a su vez, ofrece diversas posibilidades que pueden combinarse de modo que se atiendan de la manera más efectiva posible las necesidades de la organización y de sus integrantes. Una se centra en la contextualización de la epidemia, es decir, en su ubicación en el ámbito concreto de vida de los integrantes de la organización para desde esa perspectiva presentar los riesgos, las mejores medidas de prevención, las consecuencias del descuido, los recursos específicos a los que se puede echar mano en caso de enfermedad, etc.
Otra posibilidad de comunicación tiene que ver con la oferta de apoyo que la empresa u otras organizaciones pongan al alcance del personal para prevenir el contagio y enfrentarlo adecuadamente en caso de que se de. Aquí, el objetivo principal consiste en asegurarse de que los colaboradores sepan a dónde y/o con quién acudir en caso de cotraer la enfermedad.
Una tercera línea se enfoca al ámbito de la motivación. En este caso, no se apela tanto a la razón como a las emociones y lo que se busca es estimular a las personas para que se mantengan informadas sobre la epidemia, cuiden adecuadamente de sí mismas y sirvan como factor de concientización entre sus familiares y amigos.
En cualquier caso, yo recomendaría presentar las medidas de prevención del contagio de influenza A H1N1 en el marco más amplio del cuidado de la salud y la prevención de enfermedades en general. Esto ayudará a implantar las medidas de higiene como hábitos en la vida de las personas y a reducir la importancia relativa de la influenza en el contexto amplio de la salud, lo cual es muy útil para evitar reacciones de pánico, contrarrestar rumores y hasta frenar abusos de vivales que trafican con el miedo.
Finalmente, creo que lo relacionado con la influenza debe comunicarse de manera estrictamente realista, objetiva, basada en hechos, soportada en la ciencia y actualizada. Y recordando siempre -siempre- que nos dirigimos a adultos que son los primeros responsables de su cuidado personal.
La fotografía del estornudo es de verde75 y fue tomada de Flickr.
Y sí, la realidad es que ante la influenza (o cualquier otra enfermedad para el caso) es la prevención y esa sólo se logra con el trabajo duro y diario de EDUCAR a la comunidad en higiene y cuidados. Siempre queda la opción de sacar a los santos en procesión... pero como que no funciona muy bien ;)
ResponderBorrarLa otra es medicarse, mala idea si no hay un adecuado consejo médico realista.
besos
Hola, necesito ayuda!!! en la oficina hemos mandado comunicados todos en relación a cómo protegernos ante la enfermedad, pero ahora pasamos a la situación que ya hay familiares de nuestros colaboradores enfermos de AH1N1, que debemos hacer con la gente que ya ha tenido contacto, ¿tendremos que optar por una postura de aislar al personal que tenga familiares enfermos?, ¿nos podría traer un grave ausentismo como pretexto?, que hacer ante una situación que ya viene a la vuelta de la esquina?
ResponderBorrarSonia: Yo sugeriría un acercamiento con los doctores de la compañía para determinar si es posible transmitir la enfermedad ANTES de tener los síntomas. De ser así, tal vez sea conveniente aislar a quienes han tenido contacto con un enfermo. Pero si una persona NO es foco de contagio hasta que se le haya declarado la enfermedad -hasta que se siente mal-, entonces yo únicamente los tendría bajo observación.
ResponderBorrarEn cualquier caso, hay que evitar que los demás se enteren de que en la casa de alguien hay algún enfermo, para prevenir reacciones equivocadas y miedos.
Por favor, no dejes de contarme lo que decidan hacer.
¡saludos!