- Posible ola de pánico a nivel mundial por supuestos efectos secundarios de las vacunas
- Un área de oportunidad para los responsables de la comunicación en las organizaciones
- La clave: información oportuna y confiable
OMS: Psicosis en ciernes
La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene los focos rojos prendidos, por la inminente puesta en marcha de un fenómeno que contagiará a todo el mundo: los efectos secundarios que producirán las vacunas contra la influenza A/H1N1. Ésta es la historia que empieza a tomar color: octubre está marcado como el momento en el que estarán disponibles las vacunas contra el nuevo virus y, a partir de entonces, dicen las autoridades, se desatará una oleada de pánico que podría, colateralmente, magnificar el impacto real de la influenza humana. Los expertos creen que la gente atribuirá a la vacuna desde ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares, hasta abortos espontáneos. Dicho esto, sobre aviso no hay engaño: próximamente se registrará una avalancha de informes de eventos colaterales, esto es, reportes de muertes, enfermedades u otros problemas de salud que se producen dos semanas después de recibir un tratamiento.
Lo anterior significa la posibilidad de reacciones histéricas, rumores y pánico ante los efectos secundarios que se atribuyan a las vacunas. En la mente de las personas -y los mexicanos nos pintamos solos para eso- cualquier situación de salud, real o imaginaria, que se presente en los días -quizá semanas- posteriores a la aplicacíon de la vacuna será susceptible de asociarse a la misma.
Esto de entrada puede llevar a muchos a rechazar la vacuna, con los consiguientes riesgos, costos en atención de los que se contagien y hasta pérdida de vidas. Pero además, puede llevar a mucha gente a convertir cualquier dolencia en un asunto mayor con implicaciones en términos de ausentismo, baja productividad, afectaciones al clima laboral de las organizaciones y costos de atención médica. También puede acarrear diagnósticos equivocados, automedicación, diversas complicaciones, engaños y abusos, por no hablar de la grilla y de las presiones que politicos oportunistas ejerzan sobre las autoridades de Salud.
Si, encima, las vacunas son chinas -con la pésima imagen de calidad de los productos de ese país- podemos sumar una carga de desconfianza adicional para el proceso.
Veo en estas circunstancias una ventana de oportunidad, a la vez que una responsabilidad, para empresas y organizaciones. Por eso, recomiendo lo siguiente:
- Mantener oportuna y adecuadamente informado al personal en relación con la epidemia de influenza H1N1, para dinamizar el canal de comunicación y crear un capital de credibilidad en relación con temas de salud.
- Ofrecer atención personalizada, si es posible por medio de especialistas, para quienes sospechen que han contraido la enfermedad o quienes por alguna razón tengan inquietudes o temores especiales.
- Elaborar un plan de contingencia y tener listos todos los elementos necesarios para hacer frente al potencial pánico post-vacunación (información, mensajes, alternativas gráficas, identificación de audiencias, voceros, etc.).
- Informar, desde AHORA MISMO, al personal acerca de la posibilidad de que se generen rumores y temores en relación con la vacuna, y poner a su disposición alternativas de apoyo en caso de duda (una hot line, un blog o un consultorio).
- Si se va a realizar una campaña interna de vacunación, valorar la posibilidad de hacerla voluntaria, informar con toda claridad a la gente acerca de los efectos secundarios y NO COBRAR LA VACUNA (para no sumar susceptibilidades a los probables rumores).
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