La competencia, per se, no suele engrandecer a las personas. Eso es un mito heredado de las competencias deportivas no profesionales, cuando lo importante no era ganar sino competir, es decir, cuando la competencia valía por sí misma.
Lo que se entiende como competencia hoy día en las empresas más bien empequeñece (iba a decir envilece, pero me pareció excesivamente teatral) porque suele exigir la puesta en juego de lo peor de las personas: simulación, adulación, engaño, abuso...
En el contexto de la competencia, los valores "positivos" como confianza, respeto, generosidad, solidaridad, lealtad, no sólo se han convertido en estorbos en la carrera por el éxito sino que fácilmente pueden convertirse en estigmas difíciles de quitar porque son muestras de debilidad.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Qué sigue?
Lo que se entiende como competencia hoy día en las empresas más bien empequeñece (iba a decir envilece, pero me pareció excesivamente teatral) porque suele exigir la puesta en juego de lo peor de las personas: simulación, adulación, engaño, abuso...
En el contexto de la competencia, los valores "positivos" como confianza, respeto, generosidad, solidaridad, lealtad, no sólo se han convertido en estorbos en la carrera por el éxito sino que fácilmente pueden convertirse en estigmas difíciles de quitar porque son muestras de debilidad.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Qué sigue?
Comentarios
Publicar un comentario