No podríamos dejar pasar el Día internacional del Libro sin alguna recomenda-ción bibliográfica para los sufridos visitantes de este blog.
Se trata de un libro que difícilmente se puede leer serena y reposadamente, por-que en estos tiempos que corren el que más o el que menos tenemos todos el cerebro impregnado, si no es que contaminado por la “positividad” (para no confundirla con la corriente del positivismo) imperante en el ambiente.
Su autora, Barbara Ehrenreich, periodista de profesión y mujer crítica de pensa-miento riguroso se dedica en este libro a desmantelar con detalle quirúrgico el andamiaje del pensamiento positivo y su inseparable compañera, la “acti-tud positiva”, parte por parte, y a cuestionarlos con gran lucidez y de forma muy incisiva.
Resulta que como secuela de una tradición que parte de los rigores del calvinis-mo y que ha evolucionado siempre cobijada en el éxito económico –de sus pro-motores, misioneros y sacerdotes, se entiende- y en el optimismo con el que los norteamericanos se describen a sí mismos, el enfoque positivo ha llegado a convertirse en el rasgo distintivo de nuestros tiempos. Se trata de una forma de entender la vida tan profundamente arraigada en la cultura de nuestros vecinos y tan extendida que hoy día no deja un espacio de la existencia, personal y co-lectiva, sin tocar.
No ser “positivo” se ha vuelto un pecado y ser “negativo” es como estar apesta-do, un motivo de problemas en lo laboral y causa de exclusión social.
Esto del pensamiento y la actitud positivos en sí mismo no sería bueno ni malo –allá cada quien con sus optimismos- de no ser porque deviene en un poderoso factor de alienación y con ello de control social. La señora Ehrenreich, después de contex-tualizar el fenómeno desenmascara el negociazo de la actitud positiva y la motivación, con todo y El Secreto –incluida la “ley de la atracción”- y sus famosísimos gurús, y somete a un análisis muy serio a la psicología positiva, esta corriente pretendi-damente científica encabezada por el célebre Martin Seligman.
Para bien y para mal, no todo en la vida está eregido por nuestros pensamientos, ni podemos “decretar” que nos pasen o nos dejen de pasar cosas, ni el universo se ocupa de nosotros para devolvernos buena onda como respuesta a nuestra buena on-da. El optimismo en sí tampoco cura a las personas, aunque pueda hacerles más llevadero el sufrimiento, ni es un predictor confiable de éxito en ningún ámbito de la vida. Son puros cuentos. Los seres humanos y nuestra existencia somos infinita-mente más complejos que como se nos pinta con los pinceles de la positividad.
Aunque es un libro riguroso y serio, como está escrito por una periodista que además tiene un gran sentido del humor, ter-mina siendo un texto muy interesante y divertido, lleno de ejemplos y referencias. Muy recomendable. Mucho.
Jorge Sosa lo habría disfrutado mucho.
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El resumen animado que sigue da una idea interesante del contenido, pero de ninguna manera es equiparable a la lectura del libro.
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