Llevo 25 años siendo testigo de recortes de personal en las empresas y observando -a veces con azoro, en ocasiones con dolor y casi siempre con vergüenza- las formas como se separa a las personas de su trabajo. En contadas ocasiones he tenido oportunidad de ver procesos de despido efectuados teniendo como prioridad el respeto a la dignidad de las personas y con un sincero deseo de ayudarles a encontrar opciones para el futuro, además de cumplir con lo que marca la ley en materia de indemnización. Entre los ejemplos positivos, recuerdo especialmente el caso de las Azufreras del Estado, en la primera mitad de los 90 cuando Liébano Sáenz estaba al frente del organismo y casi diez años después el de la planta Cuautitlán de Ford, en un proceso modelo de administración de recursos humanos conducido por José "Boni" Jiménez. En ambas circunstancias, pude constatar la gratitud de las personas - no sólo los despedidos- ante la consideración rayana en delicadeza mostrada por las empresa...
Espacio para informar, reflexionar, dialogar y, en ocasiones, desvariar en torno a la interminable serie de conversaciones que constituyen la esencia de las organizaciones.