Llevo 25 años siendo testigo de recortes de personal en las empresas y observando -a veces con azoro, en ocasiones con dolor y casi siempre con vergüenza- las formas como se separa a las personas de su trabajo. En contadas ocasiones he tenido oportunidad de ver procesos de despido efectuados teniendo como prioridad el respeto a la dignidad de las personas y con un sincero deseo de ayudarles a encontrar opciones para el futuro, además de cumplir con lo que marca la ley en materia de indemnización.
Entre los ejemplos positivos, recuerdo especialmente el caso de las Azufreras del Estado, en la primera mitad de los 90 cuando Liébano Sáenz estaba al frente del organismo y casi diez años después el de la planta Cuautitlán de Ford, en un proceso modelo de administración de recursos humanos conducido por José "Boni" Jiménez. En ambas circunstancias, pude constatar la gratitud de las personas - no sólo los despedidos- ante la consideración rayana en delicadeza mostrada por las empresas para con su gente. Los dos fueron procesos de los que las organizaciones salieron fortalecidas en más de un aspecto, no sólo moral o laboralmente.
De lo que tuvieron en común esos casos, y en general de mi experiencia como consultor, extraigo lo que me parece que podrían ser los principios de un recorte de personal que verdaderamente tome en cuenta la dignidad de las personas, tanto de quienes se van como de los que se quedan:
- Las medidas de cancelación de puestos deben tener sentido para los integrantes de la empresa. Tiene que ser razonablemente clara la cadena de hechos que llevan a una decisión tan difícil. En el caso de las Azufreras, la razón de base fue el agotamiento de los yacimientos, en el de Ford la caída de la demanda de camiones en el mercado norteamericano.
- Las razones por las que se despide a unas personas y no a otras, es decir, los criterios de selección, deben ser objetivos, equitativos y conocidos por todos (aunque no necesariamente sean aceptados por todos). Recuerdo a Liébano Sáenz en la planta de Jáltipan, Veracruz, explicando personalmente a los integrantes de la empresa los parámetros que se aplicarían para elegir a quienes deberían salir, dando la cara, con sinceridad, claridad y valor (algo que no se ve mucho hoy día). Eso marcó una diferencia de fondo en las posteriores reacciones de la gente.
- Las condiciones de despido deben ser apegadas a la ley, éticamente aceptables (no siempre es lo mismo) y consistentes con el discurso corporativo de los valores y principios, de "la importancia del factor humano para la marcha de la empresa", etcétera, y del discurso de la responsabilidad social corporativa. La congruencia es un reto.
- La forma del despido debe ser absolutamente respetuosa y lo más empática posible. Hay mucho dolor detrás de la pérdida del empleo como para encima tener que soportar desplantes de prepotencia (ser sacado por los de seguridad, p.ej.), ofensas (sarcasmo, ironía), descuidos (trámites mal hechos o incompletos), sorpresas desagradables ("cuando termines de comer pasa por tu cheque, estás despedido"), desconsideración ("no puedes llevarte tus fotos personales de la computadora"; "hazle como quieras") y cualquier otro modo de vejación. No estoy sugiriendo que se deba "apapachar" a la gente ni tratarla con mimos o con afecto; hablo de respeto absoluto y mínima empatía, nada más.
- El despido es responsabilidad del jefe directo y debe ser personalizado. No son aceptables los despidos en grupo, automatizados o por e-mail. Tampoco puede delegarse. Ni siquiera deberían ser responsabilidad directa de la gente de Recursos Humanos o del sindicato. Cada jefe debe tener los pantalones para encarar a sus colaboradores y despedirlos con respeto y dignidad.
- La empresa debe dar todo lo que esté a su alcance para compensar a la gente que se va. Los programas de outplacement, las asesorías para el manejo de los recursos económicos fruto de las liquidaciones, los apoyos en la línea del counseling, las becas, los descuentos, etc., etc., son muestras de la preocupación de la empresa por el bienestar de su gente y tienen un alto valor simbólico.
- Todo empleado despedido debe tener derecho a llevar una historia para contar en su casa, es decir, de tener para su familia una explicación creíble, razonable, del motivo de su separación. Es completamente inaceptable, y debería ser contra la ley, despedir a alguien sin haber documentado las razones de su despido.
- La organización que recorta su plantilla debe ser extremadamente cuidadosa con la gente "que se queda" y en general con el clima laboral. Ellos también deben haber encontrado sentido a las medidas adoptadas, deben tener el derecho a saber qué se espera de cada quien y qué pueden esperar ellos de la empresa, además de contar con espacios (físico y psicológico) necesarios para elaborar el duelo por los compañeros caídos. Ellos también son personas, como tú y yo.
- Es mejor no desagastar las neuronas en la búsqueda de eufemismos para designar el proceso. Términos como "compactación", "optimización", "racionalización", "redimensionamiento", "esbeltización de las estructuras" (todo puede escucharse en el ámbito de las empresas, créanme), "replanteamiento", "adelgazamiento" (algo habrá en el subconsciente de quien lo propone) o lo que se nos ocurra, no cambian el hecho de que se trata de un despido masivo, de un recorte de personal, y así es como lo traduce la gente en su fuero interno. Los eufemismos suelen ser percibidos como engaños, "atole con el dedo", "dorar la píldora" y hasta como insultos a la inteligencia. Para mí son, además, muestra de la mala conciencia de la empresa y/o de la falta de valor de sus ejecutivos. Es mejor hablar claro. Siempre.
Nada nuevo en lo anterior, aunque pocas veces se aplique. Se trata de humanizar los ambientes de trabajo, simplemente.
Para mí, el principio que agrupa todo lo anterior es "trata a los demás como quisieras ser tratado" (o mejor, porque también es cierto que no todo el mundo quiere siempre lo mejor para sí). Además, hay que tener presente la ley del karma, que el mundo da vueltas y que lo más probable es que "con la vara que midas serás medido" (si no es que apaleado).
La imagen es de Daquella manera y fue tomada de Flickr.
Como siempre, MUY interesante lo que dices acerca de los despidos y cómo comunicarlos. Me parece que en las empresas hace falta mucha preparación, sensibilidad y humanismo para abordar este asunto.
ResponderBorrarFelicidades como siempre... M, desde regiolandia.
Hola salvador,
ResponderBorrarsoy coordinadora de comunicación dentro d una empresa y me interesa muchísimo este tema al qaue yo refiero como "tanatología de la organización". Me podrías referir bibliografía, o algun otro foro en el que pueda documentarme mejor, ya que estoy armando una proyecto de esto precisamente.
Muchas gracias.
Mónica GB , Ciudad de Mex
Hola Mónica.
ResponderBorrar"Tanatología de la organización" es una expresión sugerente, sin duda, aunque me parece que se aplicaría más bien a procesos de liquidación de empresas o de unidades operativas completas más que a reajustes de la plantilla, que tal vez podrían verse mejor como "cirujía organizacional".
De cualquier forma, yo no conozco ningún libro o referencia bibliográfica sobre el tema. hay algunas cosas más o menos interesantes en los archivos de la Harvard Business Review, de Wharton Knowledge, del Sloan Managemet Review, -se pueden buscar por internet- pero ninguno me parece una aportación definitiva a este asunto que me parece que vamos a tener que ir construyendo poco a poco.
Me encantaría saber cómo te va tu proyecto.
Saludos
Salvador