- Fisiognómica amateur. Con la generalización de la obesidad los niños van adquiriendo cada vez más el aspecto de focas y sus progenitores el de manatíes. Es un asunto terrible, porque más allá de las apariencias se trata de un problema grave de salud. Resulta muy evidente que hay demasiados gordos en México, sobre todo entre la población infantil.
- Ser usuario de Facebook me ha llevado a conocer las lenguas y a veces hasta las amígdalas de muchos de mis amigos más jóvenes. Hay una moda de fotografiarse con la lengua de fuera, tan generalizada que a veces las fotos de grupo parecen sacadas de una publicación de la Federación Canófila Mexicana. Es curioso, pero ya casi nadie aparece en las fotos simplemente sonriendo y "posando"; ahora hay que actuar y los retratados sacan la lengua tanto como pueden (¿influencia de Kiss?), ponen cara de mala persona o hacen gestos de lunático, asumen posturas como de contorsionista en ciernes y con mucha frecuencia hacen signos con los dedos como los de los integrantes de las maras. ¿Llegaremos a ver imágenes de este tipo en las intranets, publicaciones y blogs corporativos? Imáginate, en un informe anual, la foto Carlos Slim con la lengua de fuera, junto a Azcárraga Jean retorciéndose y a María Asunción Aramburuzabala con la mano a la altura del pecho, tres dedos rectos y dos doblados. O a tu jefe haciendo "cachetito" con tu director.
- El mara más antiguo del que se tiene registro gráfico es El caballero de la mano en el pecho que retrató El Greco hacia 1580 y cuya imagen ahora puede verse en altísima definición accediendo al Museo del Prado vía Google Earth. Nótese el extraño gesto que hace con la mano, con todos los dedos extendidos. Debe haber sido jefe.
- Una boleada. ¿Cuándo fue la última vez que tú, personalmente, lustraste tus zapatos? Si no lo has hecho recientemente puede ser que la crisis te lleva a hacerlo un día de estos. A lo que voy es que la "boleada" representa una oportunidad extraordinaria para practicar el mindfulness, la atención plena. Quitar el polvo, aplicar la cera, con su textura y su olor, cepillar, aplicar más cera, cepillar y pasar una franela descubriendo el brillo del zapato, haciendo rechinar la piel... cuando se hace desde una perspectiva de "aquí y ahora" se vuelve un ejercicio casi zen de meditación. Adicionalmente, si se lleva a cabo con cierto brío quema calorías. Muy recomendable.
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