Una investigación sobre hábitos de trabajo (de la que tengo noticia a través del último número de ComunicaRSE) realizada entre 1,500 ejecutivos por la cadena hotelera Crowne Plaza Hotels & Resorts revela que las personas de ese segmento trabajan cada vez más horas fuera de su jornada regular.
Tres cuartas partes de los encuestados chambean más de tres horas extras todos los días y un 5% reveló estar casi duplicando su día al trabajar hasta siete horas más sin remuneración.
Sólo 20% de los encuestados manifestó desconectarse completamente cuando abandona la oficina. El 80% restante encuentra imposible no revisar el correo electrónico fuera de sus horas de trabajo y uno de cada tres está disponible las 24 horas al día los siete días de la semana.
Los resultados también reflejan el impacto que las tecnologías modernas: 62% se lleva a la cama su teléfono móvil o su BlackBerry por si recibe una llamada importante o un correo durante la noche. El 67% admite que prefiere terminar su trabajo en cualquier momento, de día o de noche, en lugar de dejarlo para la mañana siguiente. También revela que un tercio prefiere llevar con ellos la PDA en su período de vacaciones.
El problema de fondo es que seguramente no les queda tiempo, ni energía, para la vida familiar (incluida la crianza de los hijos), la educación continua, las relaciones sociales (los amigos, esos tipos de importancia absolutamente fundamental en la vida) y la vida comunitaria, el desarrollo espiritual y hasta el cuidado del cuerpo.
Con todo, el día menos pensado pueden despedirte sin miramientos. Y si no, de cualquier forma llegarás al final del camino en la vida de trabajo y al jubilarte te mueres y/o matas a los que te rodean por falta de alternativas de crecimiento.
Hay que cuidar el balance.
Tres cuartas partes de los encuestados chambean más de tres horas extras todos los días y un 5% reveló estar casi duplicando su día al trabajar hasta siete horas más sin remuneración.
Sólo 20% de los encuestados manifestó desconectarse completamente cuando abandona la oficina. El 80% restante encuentra imposible no revisar el correo electrónico fuera de sus horas de trabajo y uno de cada tres está disponible las 24 horas al día los siete días de la semana.
Los resultados también reflejan el impacto que las tecnologías modernas: 62% se lleva a la cama su teléfono móvil o su BlackBerry por si recibe una llamada importante o un correo durante la noche. El 67% admite que prefiere terminar su trabajo en cualquier momento, de día o de noche, en lugar de dejarlo para la mañana siguiente. También revela que un tercio prefiere llevar con ellos la PDA en su período de vacaciones.
El problema de fondo es que seguramente no les queda tiempo, ni energía, para la vida familiar (incluida la crianza de los hijos), la educación continua, las relaciones sociales (los amigos, esos tipos de importancia absolutamente fundamental en la vida) y la vida comunitaria, el desarrollo espiritual y hasta el cuidado del cuerpo.
Con todo, el día menos pensado pueden despedirte sin miramientos. Y si no, de cualquier forma llegarás al final del camino en la vida de trabajo y al jubilarte te mueres y/o matas a los que te rodean por falta de alternativas de crecimiento.
Hay que cuidar el balance.
“La vida es algo que ocurre mientras uno está ocupado haciendo otras cosas” (decía John Lennon). En nuestra época, signada por la confusión de los medios y los fines, no se trabaja para vivir: se vive para trabajar. Unos trabajan cada vez más porque necesitan más de lo que consumen; y otros trabajan cada vez más para seguir consumiendo más que lo que necesitan.
ResponderBorrarSer es tener, dice el sistema. Y la trampa consiste en que quien más tiene, más quiere, y en resumidas cuentas las personas terminan perteneciendo a las cosas y trabajando a sus ordenes. El modelo de vida consumista (incluso del tiempo), que hoy día se impone como modelo único en escala universal, convierte al tiempo en un recurso económico, cada vez más escaso y más caro: el tiempo se vende se alquila, se invierte. Finalmente no creamos que es necesario un planeador o alguna herramienta de administración del tiempo para estar organizado.
Las personas no están organizadas porque tengan un planeador o una agenda, sino que utilizan esas herramientas porque están organizadas. Esto que se parece a un juego de palabras es un factor crítico... pensar en que cosas verdaderamente valiosas utilizamos el tiempo. LRD