Pocas oportunidades en las vidas de las personas, las empresas y las sociedades resultan tan estimulantes y promisorias como las que tienen que ver con eso que llamamos sinergia.
Como todo mundo sabe, la sinergia es lo que se logra cuando la relación entre dos o más elementos -individuos, equipos, organizaciones o naciones- arroja resultados superiores a la simple suma de los que cada una de las partes alcanzaría actuando por sí misma. Tradicionalmente se ejemplifica con la operación 2 + 2 = 5, aunque en la realidad los resultados positivos no siempre son única o primordialmente cuantitativos.
“Una sinergia (del griego συνεργία, «cooperación») es el resultado de la acción conjunta de dos o más causas, pero caracterizado por tener un efecto superior al que resulta de la simple suma de dichas causas.” Wikipedia.
Podría parecer algo mágico para algunos bobos, pero la sinergia no tiene nada de sobrenatural. Lo más común es que se dé “naturalmente” –porque sí- siempre que dos o más personas interactúan con un objetivo compartido. Pero una cosa es que ocurra y otra es la calidad de sus resultados. Solo con el esfuerzo inteligente y constante de los involucrados se logra alcanzar los mejores resultados posibles. Hay que trabajar para que la sinergia arroje dividendos, a veces muy duro. Pensemos en un grupo musical: si los integrantes saben tocar sus instrumentos y llegan a algunos acuerdos mínimos (qué van a interpretar y de qué manera), lograrán un efecto de sinergia desde los primeros acordes, pero llegar a tocar como un grupo excelente, al límite de sus posibilidades, va a requerir esfuerzo, dedicación y tiempo.
Como ocurre a una gran cantidad de gente, todos los días se nos presentan oportunidades de promover sinergias para mejorar los resultados de las organizaciones para las que trabajamos y a veces hasta para crecer con ellas, personal y profesionalmente. Seguramente podremos aprovechar muchas en la medida en que apliquemos inteligencia, corazón y agallas en los siguientes aspectos:
- Conocer las características más relevantes de la cultura de trabajo en que nos desenvolvemos para identificar los conocimientos, experiencia, sistemas, mejores prácticas y hasta recursos materiales con que podemos enriquecernos al interactuar con otras personas o equipos.
- Escuchar antes que hablar, y observar atentamente.
- Dialogar, preguntar, opinar, conversar con quien haga falta, para conocernos lo antes posible, hacer equipo y garantizar que las cosas sucedan fluidamente y de manera satisfactoria. Quienes provienen de culturas entre cuyos rasgos se encuentran la apertura, hospitalidad y disposición para la comunicación, disponen de una inmensa fortaleza a la hora de interactuar*. Una excelente comunicación es indispensable para lograr sinergia de resultados excelentes.
- Prestar mucha atención a la evolución de nuestro proceso de integración al equipo, para identificar qué podemos aportar en función de hacerlo mejor, más ágil y más satisfactorio para todos.
- Enfrentar el trabajo conjunto, que siempre trae su dosis de incertidumbre, con una actitud positiva. La palabra clave es confianza. Se trata de confiar en que las decisiones que se tomen y las medidas que se adopten estarán adecuadamente fundamentadas y dirigidas en función del bien común.
- Aprender. Si algo trae aparejado el trabajo en equipo es la oportunidad de aprendizaje; quien la aproveche notará cómo crece y se fortalece día con día.
* A los mexicanos nos gusta describirnos con estas características, pero en la realidad solemos ser más bien desconfiados y cerrados ante los demás.
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